Capítulo 1

2.5K 216 18
                                    

Capítulo 1.

16 años atrás

Los aullidos de dolor inundan la pequeña cabaña; dentro, las pocas luces dispuestas en forma de velas están encendidas y alumbrando la oscuridad de la madrugada. Una vela da la bienvenida al hombre de sombrero negro y bastón que llega a un evento al cual fue invitado mucho antes de que siquiera se supiese. La vela apagada es dejada de lado y los zapatos golpetean el piso de madera.

Los gritos aumentan en volumen y la mujer en la cama se revuelve en agonía.

Hay dos mujeres jóvenes hincadas en las patas de la cama, un hombre sosteniendo la mano de la mujer y dos niños asomándose desde la puerta.

El hombre se posa formalmente en el centro exacto de la habitación escuchando los gritos cada vez más ensordecedores y afligidos de la mujer, hasta que los movimientos de las manos de las dos muchachas jóvenes y un último esfuerzo de la madre traen al mundo otro ruido: El llanto de un bebe.

-¡Es un varón!

El padre, que hasta ese momento no se había dado cuenta de la presencia del hombre, lo observa aspirar la fragancia que flota en el ambiente y lo que antes era una mueca de júbilo y alegría, ahora no es más que un recuerdo.

-No...

-He venido a saldar cuentas –dice con formalidad, sacándose el sombrero y dejando libres sus negros cabellos que le llegan más debajo de los oídos.

-Pe-Pero no puede ¡Acaba de nacer! –El hombre aprieta la mano de su mujer quién ha perdido el conocimiento después de dar a luz a la criatura.

-Entonces he llegado con demasiado retraso, entrégame al niño. –Replica con dureza.

-¡No se lo puede llevar! –Aquello es más una plegaría que una objeción.- ¡Es solo un bebé!

-Un pago. –Corrige el caballero de frac –Un pago por dos niños nacidos y una esposa viva.

-¿Anthony?... –Murmura su mujer en vos baja abriendo poco a poco los ojos.

-¡No puede! –El hombre suelta la mano de su mujer y da un paso al frente, con los puños cerrados.

Las dos mujeres han terminado ya con las labores de limpiarlo y recortar el cordón umbilical, y ahora el niño está olvidado a los pies de la cama, envuelto tan solo en una cobija vieja pero olorosa en el perfume de mamá. La criatura se mueve y gimotea en un volumen bajo aclamando por la leche materna de la que ha sido negado. Ambas mujeres se han apretado las espaldas contra el muro a un lado de la habitación, esperando que el nuevo invitado no las note de más.

La mano derecha del hombre de negro se mueve hasta formar medio puño y rozar las uñas con la carne de su palma, el padre pierde todo el color de su rostro cuando el presente alza la mano en dirección a él, pero vuelve a recuperar el aliento cuando la mano se dirige al infante y le señala, invitando al hombre a acercarse a ver su hijo.

-¿Puedes ver cómo ni siquiera llora como una cría, exigiendo su alimento? –El padre observa al pequeño niño de cabellos castaños pegados al rostro, el cual solo tiene las mejillas húmedas y mueve un poco las manos y los pies – Es débil y morirá pronto... Es un cambio justo –El hombre sonríe ante la mirada de sufrimiento que Arthur tiene en el rostro.

-Porfavor... solo déjenos bautizarlo... -Lloriquea.

El hombre sonríe mostrando las dos hileras de dientes que posee en la boca, y ambas mujeres se cubren los ojos.

-Me temo que no será posible.

-¿Arthur?... Arthur ¿Qué sucede? –Comienza a preguntar la pobre mujer postrada a la cama.

-Dile a Frankie que lo amas.

-¿Arthur? –Pregunta exaltada la mujer.

-Díselo... -pide con las lágrimas haciendo surcos en sus mejillas.

-¡Arthur! ¡Arthur! ¿Qué está pasando?!

El hombre se inclina sobre el colchón relleno de paja y coge al pequeño bebé entre sus brazos, acunándolo a su cuerpo. La criatura recién nacida le mira una vez antes de cerrar los ojos y dormir en sus brazos. El hombre cubre su cuerpo con una manta de terciopelo color vino, y una vez realizado esto, voltea su cuerpo donde el cuerpo entero del padre tiembla.

 -Su paga está hecha.

¡Arthur! ¡Arthur! –La madre grita esperando una respuesta que nunca llega de parte de su esposo, quién asiente con los ojos inundados en lágrimas, que ahora también parecen 50 años más viejos.

El hombre de atuendo negro da media vuelta, dejando atrás una vela encendida anunciando que el niño ha nacido vivo y ha salvado a su familia de la muerte.

Los dos niños observan escondidos detrás de la puerta como el hombre de negro se pone un sombrero y sale cargando un bultito cubierto que al llegar no traía.

Escribo pecados, no tragedias [Frerard] UBPLI1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora