No solo quería acercarse a ella, quería conocerla y que ella se enamorara de él.
- Buen día mi lady- saludo Cinthia abriendo las cortinas oscuras de la recamara de Helene, para permitir que las suaves y transparente cortinas que quedaban cerradas, hondearan con la suave brisa matutina.
Miro la charola en la que su doncella le había subido su desayuno.
- ¿ Que hora es?.
- Las diez mi lady, la he llamado temprano como me lo pidió anoche - Apartó las cobijas para bajar de la cama
- Está listo mi baño?- Cinthia asintio.
- Si mi lady, como a usted le gusta- se acercó a la mesa para tomar un trozo de manzana, frunció el ceño al ver una rosa amarilla.
- Quien ha puesto está rosa aquí?- tomo la rosa que estaba encima de un sobre cerrado.
- No lo se mi lady- dijo tratando de contener una sonrisa.
Tomó el sobre sellado para abrirlo.
Buen día mi lady...
Las aguas del lago brotan y saltan, bailan al ritmo de ti dulce sonrisa.Anhelantes de tu presencia.
L.
Frunció el entrecejo, no entendía que decía allí, o quien había puesto esa carta en la mesa de su recamara.
- No estoy para perder el tiempo- dijo despojándose de su salida de cama, hundiéndose en las tibias y perfumadas agua de la tina.
De soslayo miro la rosa amarilla.
- Mi lady, talvez es una sorpresa que la espera en el lago- Helene la miró sin interés.
- Sabes que odio las sorpresas ¿ Quién es tan atrevido para dejarme tal recado?- cerró los ojos relajándose mientras Cinthia la bañaba.
- No pierde nada si va al lago, así aprovecha cabalgar un rato.
Abrió los ojos y miro a su fiel doncella.
- Tienes razón, dijo levantándose de la bañera, iré ahora mismo- salió de esta para desayunar fuera y dirigirse al lago, debía averiguar quién le había enviado esa nota, tomo el papel una vez más, mirando la perfecta caligrafía.
- No pierde Nada- Cinthia la miraba elevando una ceja .
- Vamos, vísteme rápido- dijo terminando de engullir los alimentos de Cinthia le había llevado.
- Buendia hija- saludo Farrat al ver que su hija bajaba con una vestido de montar.
- Buen día mami- beso la mejilla de su madre.
- ¿ Vas a montar?- Helene asintio.
- Si, voy al lago. No me demoró- dijo antes de salir por la cocina.
Farrat sonrió, sabía de sobra que su querida hija iría a descubrir quién le había enviado la nota.
- Se ha marchado- le dijo a Cinthia al verla llegar.
- Dios quiera no se enoje cuando vea al conde- sonrió .
- Eso espero- dijo nerviosa la marquesa.
Helene cerró sus ojos sintiendo el suave viento en su rostro, sonrió, hacía mucho no se sentía tan feliz.
Llegó al lago, frunció el entrecejo al ver que el caballo de su hermano estaba debajo de un manzano.
Se bajó de Seraphina, su yegua para ver quién estaba allí.
Abrió los ojos grandes al ver a un sonriente conde.
- ¿ Que hace aquí?- miro a todos lados , estaban solos y demasiado lejos de la propiedad.
- La esperaba- Helene nerviosa, mantenía sus ojos bien abiertos y respiraba profundamente, no podía estar a solas con el conde, no toleraba tenerlo cerca.
- Odio que me hagan emboscadas- dijo molesta.
La sonrisa se borró de los labios de Leighton.
- No tiene derecho a escribirme mensajes y enviarlos a mí, no le dado ese derecho- dijo moviéndose en su lugar, Leighton no dejaba de mirarla, se veía preciosa con su falda amplia de montar y esa camisa de volados que dejaban muy marcado su torso, su largo y lacio cabello reposaba sobre su hombro izquierdo trenzado.
- Solo quiero conocerla- dijo Leighton acercándose a ella.
- No es justo, que me traiga aquí con engaños- dijo molesta- si quiere dar un paseo pidamelo.
- ¿ Para que, para que me rechace como hace dos días?- Helene trago en seco, el tenía razón hacía un par de días se había acercado a pedirle un paseo y ella lo rechazó- he querido acercarme a usted, que me conozca, que seamos siquiera amigos que no tenga una mala imagen de mí, que no sienta hastio de tenerme cerca, más por usted que por mí, pero si no quiere conocerme siquiera tendrá que vivir en un infierno el resto de sus días. Dispuesto a irse paso por su lado, pero Helene miro como él conde se alejaba dejándola allí.
- No se vaya- dijo bajando su cabeza- usted tiene razón, no he querido conocerlo - elevó su mirada para encontrarse con la azul del conde.
- Le propongo que me conozca, si de aquí al final del verano no me estima siquiera como para aceptar contraer casamiento conmigo, yo mismo deshago el compromiso y libero a su familia de la deuda con mi Padre- Helene sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas, recordó que si amado padre iría a la cárcel de deudores si ella no sé casaba con lord Grosvenor.
Miro la mano que Leighton le tendió.
- Empecemos de cero, conozcame- Helene miro la mano del conde y luego sus ojos, encontrando se que estos eran muy lindos.
- Está bien- tomo la mano de Leighton, quien llevó la de ella a sus labios.
- Mucho gusto, Leighton Briston Sallow McQuaid conde de Grosvenor - Helene sonrío, la verdad era que Leighton se veía muy simpático.
- Mucho gusto mi lord- coloco su mano sobre la de él, soy lady Helene Lesslyne Crown Astor Lady Ailsa - la miró por primera vez a los ojos, Helene tenía unos ojos espectaculares, por los que cualquier hombre estaría loco.
- Es una dama muy linda- dijo ayudándola a qué se sentará sobre la manta que había traído desde la mansión, Helene lo miraba sin poder dejar de pensar como se vería sin esa barba, a decir verdad ahora que lo veía de cerca no se veía tan viejo.
- Disculpe mi reacción, es solo que no me gusta que me armen emboscadas- dijo llevando su mano a su largo y rubio cabello.
- Perdón por hacer las cosas así, es solo que anhelo conocerla y que usted me conozca.
Helene asintio.
- Si, debemos conocernos, espero mantenga su palabra de liberarme del casamiento si a final del verano no me enamoró de usted.
Leighton asintío, sabía que no era necesario deshacer el compromiso, haría hasta lo imposible para enamorar a lady Ailsa.
ESTÁS LEYENDO
EL ANHELO DE UN LORD.
RomanceNo solo la veía, la contemplaba, anhelaba convertirla en su esposa, en su condesa, pero eso jamás sería... Ella lo miraba como si fuera poca cosa, de nada le servía tener sus arcas rebosantes de monedas, si el anhelo de su corazón nunca podría alca...