ANHELANDO VOLVER PRONTO 26...

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Miraba el amplió jardín ante sus ojos, no conciliaba la idea de estar un día más lejos de su amada Helene.

- En que piensa?- inquirió Imelda, Leighton la miro y sonrió.
- En mi amada- las hermanas ya se habían hecho a la idea que ese varón nunca sería de ellas.

- Es bonita?- Inquirió la jóven sentándose al otro lado del banco de madera.

- La más hermosa que he visto, son agraviar lo presente- Imelda sonrió .

- Como es?- Leighton cerro los ojos como evocando la imagen de su amada.

- Rubia, ojos azules , piel blanca y sube como la de una rosa, su mirada y carácter son dulces, su sonrisa ilumina mi vida.

Imelda lo miro y observó por un momento.

Dándose cuenta que el hombre que tenía ante ella no era un vulgar campesino.

- Oh mi lord- se levanto he hizo una reverencia ante Leighton.

- Tranquila, por está razón no les había dicho quien soy, no quiero que me traten diferente por ser un noble.

- Oh, no será fácil tratarlo como un igual, usted es un lord, nosotras simples campesinas.

- Si lo han hecho todo este tiempo por qué no hacerlo estos últimos días, ustedes y su padre han sido muy generosos conmigo, y creeme Imelda. Les recompensaré tanta amabilidad- cual es el mayor anhelo que tienen.

Inelda suspiro audiblemente.

Salir de aquí, contraer casamiento con hombres jóvenes. No con los viejos campesinos de las parcelas aledañas.

Leighton sonrió.

En mi propiedad pueden vivir agustamente, podría darles un pedazo de tierra la trabajan y viven allí.

Imelda miro la vieja casa donde vivían de ese hacía más de quince años, eran tan pobres que no tenían para repararla, el techo de paja se caía a pedazos, y las paredes estaban inclinadas, en realidad no había nada que las atara a esa tierra, su pobre padre salía todos los días en su carreta al pueblo más cercano para trabajar en el mercado vendiendo las pocas verduras que podían recoger de su jardín.

Sonrió, si tío que sus ojos se llenaban de lágrimas, debían salir de allí antes que esa vieja casa cayera encima de ellos.

- Puede usted mismo hablar con mi padre, ofrecerle su ayuda. Si usted lo hace el no se negará, si no salimos de aquí una de estas noches seremos aplastados por la casa.

- Esta noche durante la cena hablaré con su padre y con su hermana, en mi propiedad podrán vivir dignamente - sonriente Inelda asintio.

Esa noche cenaron en el patio, bajo las brillantes estrellas del obscuro firmamento. Emilda llegó con una caserola llena de verduras, e Inelda con una olla llena de un delicioso guiso de gallina

- Espero sea de su agrado- dijo Inelda al conde.

- Gracias - respondió este, la joven tomó un muslo grande y jugoso y lo sirvió a Leighton, añadió al plato verduras y papas cocidas, Emilda le sirvió un poco de Jeréz.

- Señor Cartón, deseo hacerle una oferta - el señor no tan viejo elevó su mirada castaña, y miro a Leighton.

- Dígame - Inelda y Emilda estaban atentas a los hombres.

- Deseo vengan conmigo, les daré un pedazo de tierra en mi propiedad, podrán trabajarlo. No tendrá que salir al pueblo todos los días.

- Y como se supone que yo le pagaré el arriendo de dicha tierra, si aquí apurado tenemos para comer, acoso usted es un gran señor que tiene propiedades, tierras y título como para ofrecerme un pedazo de tierra?- apenado Leighton asintio.

EL ANHELO DE UN LORD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora