ANHELANDO VOLAR LEJOS DE TI... 23

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Lo odiaba, como  odiaba al verdugo de su padre, llevo una temblorosa mano a su pecho, sentía como se ahogaba.

sollozo, su mundo se había caído a pedazos, apretó los dientes. quería entrar y matarlo con sus propias manos,  pero sabia que al verlo su voluntad caería al suelo. apretó sus manos sintiendo como sus uñas comenzaban a enterrarse en la palma de su mano.

–¡ Te odio!– grito antes de correr a su recamara. Leighton al escuchar la voz de Helene salió al pasillo, pero ella no estaba allí.

– ¿ Ocurre algo ?– inquirió su padre saliendo detrás suyo.

– Creo que Helene nos ha escuchado, debo hablar con ella– dejo a su padre allí para ir tras su prometida.

– ¡ No puede ser!– paso la mano por su rubio cabello, le había dañado la vida a su hijo.

Camino de un lado a otro, debía hacer algo de inmediato.

Salió de la recamara, debía hablar con Ailsa. Entre los dos harían algo.

Recorrió el largo pasillo, para bajar al primer piso, el marqués a esa hora de la mañana estaba en la terraza trasera y mando su desayuno.

El lacayo al verlo le abrió la puerta cerrándola de nuevo después que el lord ingresó.

– Mi querido consuegro, usted por aquí! – frunció el seño.

– Si – sonrió nervioso, paso su mano sudorosa por su nuca – debo hablar con usted.

– Diga – dijo dejando su periódico a un lado

– Recuerda la embarcación que se perdió?– Inquirió nervioso.

El marques lo miro frunciendo el entrecejo.

– Por supuesto, esa maldita perdida le saco muchas lágrimas a mi amada niña.

Firtz-James sintió como se le subía la sangre a la cabeza.

– Lo lamento, no quise causarle dolor alguno a su hija.

El marqués se levantó de su lugar, intuía el camino que tomaría aquella conversación.

– Que quiere decir ? – comenzaba a sentir la sangre bullendo en sus venas.

– Yo.... La culpa de todo lo sucedido es mía. Yo tengo dicho cargamento.

El marqués empuñó sus manos todos los malos ratos que habían pasado habían sido culpa del maldito que tenía frente.

Acortó la distancia entre ambos.

– Desviaste el cargamento!, Tu. Mi amigo de toda la vida – sin pensarlo le dio un puñetazo al Firtz-James.

– Me lo merezco, merezco más. Pero deseo tu ayuda para que tu hija no suspenda el casamiento.

– Jamás, hoy mismo me llevo a mi hija de aquí – salió de la terraza para ir con su hija.

– No, no puede hacer eso, esa debe contraer nupcias con mi hijo, si no lo hace al honor de su familia estará manchado.

Ailsa lo miro y sonrió con cinismo.

– Me importa muy poco el honor, mi prioridad es la felicidad de mi hija. Es más, son ustedes quienes deben salir de mi propiedad.

– Ailsa, no hagas esto. No nos corras de aquí.

EL ANHELO DE UN LORD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora