Miró a su amada, quien se paseaba entre las plantas del invernadero.
Helene lo miro y sonrió como era su costumbre.
– No quiero parecer atrevida – dijo acariciando los pétalos de una rosa – pero.... Quiero mostrarte algo.
Helene sonrió, salió del invernadero llegando hacia un camino el cual Leighton no recordaba que existiera.
– A dónde vamos?– cuestionó él.
– Ya verás, no seas tan ansioso.
Caminaron unos cuantos metros y al final del camino había una cabaña. Helene sonriente lo miro.
– Este es mi lugar especial, cuando quiero alejarme de los demás vengo aquí. Claro si estoy en la propiedad.
Coloco su mano en el picaporte y abrió la puerta, era un lugar acogedor con una sala un piano y dos peldaños al fondos para subir a otro nivel, allí ha IA una cama con mantas color rosa y a cada lado mesas auxiliares cada una con una lámpara de petróleo.
– Este es mi lugar favorito, nadie a parte de mis padres sabe que existe, ahora. Será nuestro lugar.
Sin poder evitarlo se colgó del cuello de Leighton.
– Te amo, y quiero que nos veamos aquí cada día.
Coloco sus manos sobre la cintura de Helene atrayendo la a el, ella cerró los ojos al sentir la fuerza de su torso.
– No quiero faltarte al respeto – dijo cerrando los ojos Helene sonrió.
– Nunca lo harías, sabes que te amo y tu a mi, y se que harás las cosas bien, solo quiero que este sea nuestro refugió.
Sin poder evitarlo la pego más a su torso, hundió sus dedos entre los rubios cabellos de la joven, besándola y acariciándola recorrió la delgada espalda de Helene con sus manos, ella desató el nudo de su capa dejando caer al suelo la pesada prenda, Leighton sonrió al ver que ella llevaba un simple vestido sin enaguas o incómodos corsé.
– Eres perfecta – dijo sentándose en el borde de una mesa, tomo a Helene por la estrecha cintura subiendo la en su regazo. Subió la larga falda dejando sus piernas desnudas hasta sus blancos y suaves muslos, Helene Gimió al sentir las manos de Leighton sobre su desnuda piel.
– Me vuelves loco – beso el cuello de Helene, ella respiro profundo para no perder la poca cordura que le quedaba
Se inclino hacia atrás para darle un mejor acceso a su cuello.
Leighton acariciaba los mismos de su amada la cual comenzaba a mecerse sobre él.
Subió un poco más las manos descubriendo que su prometida no llevaba bombacho debajo de su vestido, todo el monte de Helene con la punta de sus dedos, ella con ambos manos sobre la mesa se hizo más hacia atrás dejando salir un gemido cargado de excitación.
Tocó la perla con sus dedos, sabía muy bien que por ser virgen se excitaba con facilidad, tocó y acarició una y otra vez mientras la besaba.
Perdida en si misma se dejó llevar por las nuevas sensaciones que experimentaba su cuerpo, perdiéndose en su propia nube de placer, soltó un gemido largo al sentir que alcanzaba la gloria.
Laxa cayó sobre los brazos de Leighton quien la llevó hasta la cama.
Sonrojada y sudorosa se veía tan hermosa tendida sobre aquella cama.
Se sentó en el borde para contemplarla.
Está más enamorado de su Helene, suya por siempre suya .
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EL ANHELO DE UN LORD.
RomantikNo solo la veía, la contemplaba, anhelaba convertirla en su esposa, en su condesa, pero eso jamás sería... Ella lo miraba como si fuera poca cosa, de nada le servía tener sus arcas rebosantes de monedas, si el anhelo de su corazón nunca podría alca...