Iracundo lord Ailsa caminaba por su estudio, su hijo le había desobedeció. Lo había dejado mal delante de los invitados a la mansión.
– No debe preocuparte lo que diga la gente.
Solo debe preocuparte que ti hija sea feliz – miro a su mujer, quien no parecía preocupada en absoluto.– No puedo concebir que me halla tratado así, Helene siempre ha sido mi niña dulce, nunca me había levantado la voz y mucho menos me había dicho cosas tan feas – Farrat sonrió, sabía que su marido había actuado mal al ver accedido al trato con el marqués, pero su hija solo quería ser feliz al lado de su amado Light.
– Cuando Helene accedió a ser la condesa lo hizo por amor a ti, tal vez en el fondo anhelaba que la salvarás, que no accedieras a esa unión. Pero ahora es tarde, debes respetar su amor hacía Grosvenor – el marqués la miro lleno de ira hacia el mismo, había Sido un cobarde al entregarla como moneda de cambió.
– Y tu crees que no me odio, cada día me he odiado desde que la entregué a el, sabía que mi hija no estaba feliz, pero después descubrió que Grosvenor era su gran amor y me sentí feliz por ella – suspiro – pero ahora me siento como una rata.
Farrat se acercó a su marido para consolarlo.
– Querido esposo, nuestra hija está enamorada del conde, antes sufrió por haberlo perdido, después por haberla forzado a comprometerse y después volvió a sufrir por perderlo, y ahora sufre por tu noe das tu bendición. ¿ No crees que ha sido suficiente sufrimiento para tu hija?- acarició la espalda del marqués.
– Tienes razón, debo apoyarla, ella siempre ha estado para mí, ahora es mi momento de estar a su lado. Manda a preparar todo, vamos a Grosvenor Hall.
Farrat sonriente beso la mejilla de su marido.
– Mi lady, y los invitados que haremos con ellos?– Inquirió el mayordomo.
– Lo que deben hacer, atenderlos. Regresaremos en un par de días, solo iremos por los Firtz-James y nuestra hija, si mi niña contraerá casamiento. Será aquí, en la mansión de sus padres.
AL DÍA SIGUIENTE...
Recostada bajo una manzana leía a su amado, quien dormitaba tendido sobre una manta de cuadros rojos y blancos.
– Esperas a alguien?– cuestionó al ver un carruaje que ingresaba a la propiedad.
– No, talvez sean mis padres– dijo acomodando su sombrero de paja en su cara.
– Son mii padres!– feliz saltó al ver que era el carruaje de sus padres.
– Tus padres, espero no vengan a matarme
Helene río abiertamente al escuchar lo dicho por Leighton.
– Lo digo enserio, tu padre en este momento solo quiere verme tres metros bajo tierra.
– No digas eso a.or, mi padre sabe que tú eres .i felicidad, si te hace algo es como si me lo hiciera a mi– Leighton suspiro resignado, lo mejor era levantarse de esa manta y darle la bienvenida a sus suegros.
– Papá, corrió Helene a su padre, beso y abrazo a sus progenitores, Farrat sonrió al ver que después de muchos días su hija sonreía, y que su mirada azul volvía a ser brillante.
– Estás bien mi niña, estás quedándote sola en aquí con Grosvenor– Helene se sonrojó, su padre se preocupaba por su virtud y buen nombre.
– No padre, me estoy quedando en la casa solariega de los Firtz-James.
– Y que haces aquí ? – miro a todos lados – sola en este jardín con Grosvenor.
Helene bajo su mirada, su padre exageraba, estaban a la vista de todos, Leighton jamás le faltaría al respeto.
– Padre, si me atreví a venir sola hasta aquí, no crees que el estar con Light en ese jardín es lo de menos? – su padre miro y nego, su hija tenía razón. Al viajar sola hasta la mansión de Leighton había dado la oportunidad de que hablaran mal de ella – ya no me importa el que dirán, lo único que es importante para mí ahora es mi felicidad, y Leighton es mi felicidad.
– Hija. Solo deseo que vuelvas a la mansión, debes convertirte en la condesa en tu hogar, los invitados no pueden hablar nada, tu felicidad es mi prioridad – Helene abrazo a su padre, Leighton feliz sonrió.
– Gracias padre, no sabes lo que eso significa para mí.
– Podemos viajar mañana mismo– dijo Leighton acercándose a ellos.
Helene sonrió, era tan feliz al final estaban todos juntos de nuevo.
Al día siguiente fueron bien recibidos en la mansión solariega, los invitados admirados del regreso de Grosvenor y los Firtz-James .
– Oh Dios, tuvo que ir a buscar a su descarrilada hija.
Ailsa miro a los presentes, apretó sus manos, sabía que murmuraba por lo sucedido.
– Mis queridos invitados, sepan que es un grato placer para mí el tenerlos aquí, pero aquel que murmuré sobre mi hijo ja está amablemente invitado a abandonar la propiedad, para mí prima la felicidad de mi niña. Y no acepto que nadie hable sobre ella.
Los presentes se miraban anonadados, el marqués creía que podía tratarles de tal manera.
– No es un secreto que más de una de sus hijas contrajo casamiento desvirtuada o preñada, le exijo respeten a mí hija– dicho esto sonrio - lo que si les aseguro que la virtud de mi hija sigue intacta. El casamiento sigue en pie.
Los preparativos seguían en pie, el casamiento seria ese mismo fin de semana como estaba previsto desde el principio. Helene feliz no se cambiaba por nadie.
Sonrió, miraba su reflejo ante el espejo de cuerpo completo. Desde niña habia soñado el dia en que convirtiera en la esposa de Light. Por fin ese día habia llegado.
Su largo vestido color shampang con brillos y su larga y amplia cola, su velo largo hasta su cintura. Temblaba, su vida seria mas feliz que antes.
- Estoy nerviosa - Farrat beso la frente de su hija.
- Un camino de nuevas emociones se abrirá frente a ti- tomo una pequeña cadena de oro y la coloco en el cuello de su hija- tendrás alegría infinita, cuando tengas a tu primer hijo entre tus cálidos brazos tendrás ganas de llorar, pero de alegría. Oh mi niña!, te haz convertido en toda una mujer.
Helene limpio sus lagrimas, no quería qué sus ojos estuvieran rojos aquel día.
- No llores mi niña- dijo pasando sus dedos por los ojos de su hija.
- Jamás, esos días terminaron.
- Mi lady, su padre quiere saber si esta lista- asi rio, quería llegar cuanto antes al lado de su amado y convertirse en su mujer.
Sonriente camino por un largo pasillo lleno de pétalos de rosas blancas. Al final la esperaba un guapo hombre de mirada cristalina.
- Estas preciosa- dijo tomando la mano de su amada.
- Gracias - dijo sonriente , no podía creer que al fin habia llegado el día tan anhelado.
Entre miradas y ausentes de lo que sucedía a su alrededor se llego el momento en que fueron declarados marido y mujer.
Helene miro a todos los presentes, los cuales sonreían y aplaudían.
Ahora si podía decir que era l mujer mas feliz del mundo.
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EL ANHELO DE UN LORD.
RomanceNo solo la veía, la contemplaba, anhelaba convertirla en su esposa, en su condesa, pero eso jamás sería... Ella lo miraba como si fuera poca cosa, de nada le servía tener sus arcas rebosantes de monedas, si el anhelo de su corazón nunca podría alca...