10| "Escudo"

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—¿Narcissa? —

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—¿Narcissa? —. Preguntó Steve por el intercomunicador —. ¿Donde estás?.

—Oh... vine a hacer exploración, ya saben.

Narcissa caminó por las calles de Canadá tomando la mano de un niño pequeño, su nombre es Ethan, o al menos eso dice, puede que si o puede que no, a estos niños les enseñan a mentir y manipular desde pequeños.

Narcissa necesito que —. Comenzó hablando Natasha por él intercomunicador, Cissy lo tiro al piso y lo quebró con su pie.

—Muy bien, ¿falta mucho pequeño? —. Él niño negó con la cabeza y apuntó hacia un restaurante, donde fuera había más niños jugando, disfrazándose de hijos y padres con los guardias —. Gracias, toma —. Sacó 50 dólares de su bolsillo y se los entregó al niño —. Se que lo que más quieres en esos momentos es un juguete, pero úsalos para comer bien ¿si?.

Él asintió y salió corriendo, Narcissa caminó a paso lento hacia el restaurante, sintiendo la mirada de los guardias y los niños encima de ella.

—No puedes pasar, hay una reservación —. Le dijo uno de los guardias, quizá era nuevo, jamás lo había visto.

—Muévete.

—Llamaré a mi superior si me obliga a hacerlo.

—Bien, hazlo cachorrito —. Él hombre se sorprendió por el sobrenombre —. Se muy bien como te llaman cuando eres nuevo, si quieres llamarlo llámalo, de igual manera vengo a hablar con él.

Los demás guardias estaban nerviosos, sabiendo quien era y que la había cagado perfectamente, pero no se les permitía interferir en el trabajo de sus compañeros. Esa era la regla.

Todos comenzaron a decirle que No en silencio, moviendo la cabeza o las manos pero él no hizo caso y regañadientes entró al restaurante. Unos segundos después la puerta se abrió de nuevo y ahora venía otro hombre con él.

—¡Cissy! —. Le dijo alegremente —. ¿A qué debo esta hermosa visita?.

—Uzziel —. Respondió ella cortantemente —. Ya sabes a lo que vengo, deja de jugar.

El guardia frunció el ceño en señal de disgusto, su mano se movió lentamente hacia su pistola, preparándose para disparar.

—Por favor, cálmate cachorrito, aunque quisieras matarme no podrías.

—¿Y bien Cissy?, ¿pagarás la deuda?.

—¿Dónde tienes el escudo?.

—¿Qué escudo?

—No te hagas el estúpido conmigo Uzziel, te conozco como la palma de mi mano.

Él extendió su mano, Cissy pareció dudar unos segundos pero al final la aceptó de mala gana. La jaló hacia el restaurante, Uzziel parecía que bailaba mientras caminaba, siempre había sido así con Narcissa, como si su mera presencia lo alegrara. Después se enteró de que estaba enamorado de ella, él mismo se lo había dicho, al igual que a otros cientos de niños que habían pasado por ahí. Pedófilo se le quedaba corto.

—¿Y bien?.

—Eres muy hermosa, ¿lo sabías? -/. Ella soltó un suspiro y miró hacia otro lado, no estaba de humor como para aguantar sus jueguitos.

—Solo dime dónde está el escudo Uzziel, lo que querías era verme, llamar mi atención, y aquí me tienes, ¿dónde está?.

—Oh no te preocupes mi niña, te lo daré, pero todo tiene un precio como sabrás.

—¿Cuál es?.

Uzziel se acercó peligrosamente a ella, susurrándole al oído.

Todos estaban fuera de la casa, preparándose para salir a buscar a Narcissa, ya había oscurecido y aún no llegaba

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Todos estaban fuera de la casa, preparándose para salir a buscar a Narcissa, ya había oscurecido y aún no llegaba. Hasta que ella camino hasta ellos, cogeando, y con mala cara.

Pegó el escudo de Steve a su pecho y siguió caminando, todos sólo miraron como se iba. Natasha se apresuró hacia ella, molesta.

—¿¡Qué hiciste!?.

—Lo qué tenía que hacer.

—¡No tenías que hacer nada!, ¡lo podríamos haber conseguido de otra forma! —. Todos se adentraron de nuevo a la casa, mirando a Narcissa que se agarraba las costillas y Natasha, que parecía que explotaría de la furia.

—¿¡Qué otra forma Natasha!?, ¡Sabes tan bien como yo que ese era el único modo de conseguir el escudo de Steve, el único!, ¡Si no fuera por mi, él jamás habría vuelto a ver su escudo!.

—¿Qué está pasando? —. Pregunto Clint, acercándose a sostener a Cissy, que parecía que se desplomaría en cualquier instante.

—Fue a ver a Uzziel.

—¿¡Qué tú que!? —. Genial, ahora Clint también estaba enojado —. ¿¡Cómo se te ocurre hacer eso sin decírnoslo!?.

—¿Para qué me detuvieran?, no gracias.

—Podríamos haber ido contigo.

—¡Por favor!, ¿qué querían?, ¿una orgía?.

Todos se quedaron callados en sus lugares. Nadie se atrevía a decir nada, Natasha se pasó las manos por la cara, llena de frustración.

—Lo hecho hecho está.

—Eres una idiota —. Bucky se acercó a ella y la cargó rápidamente —. ¡Hey, ¿a dónde la llevas?!.

—A un lugar lejos de ustedes.

Camino escaleras arriba y se encerró en la habitación de Narcissa.

Etéreo | Bucky Barnes, Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora