30| "Libre de horrores"

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Después de una ardua lucha, y haber desobedecido las órdenes de Fury, Narcissa llegó a la cima del acantilado, donde pudo dislumbrar el cielo en un tono azul claro, indicando que la luna estaría a punto de salir y el sol ya había hecho desaparecer...

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Después de una ardua lucha, y haber desobedecido las órdenes de Fury, Narcissa llegó a la cima del acantilado, donde pudo dislumbrar el cielo en un tono azul claro, indicando que la luna estaría a punto de salir y el sol ya había hecho desaparecer su tono rojizo de las nubes. Se permitió a si misma sentir un poco de paz en toda esa intranquilidad; cerró los ojos y movió su cabeza hacia atrás, quedando cara a cara con el cielo. Sonrió y aspiró profundamente.

Miró a su alrededor y se permitió maravillarse con las vistas una vez más. Se acercó a paso lento hasta Ethan, quien la veía tan atenta como juzgonamente, se quedó a cinco yardas de él, pensando que esa distancia era muy poca.

—¿Hay alguna línea que no cruces? —. Respiró pesadamente y se acomodó el cabello.

—No lastimo a los niños.

—Eso no te lo impidió conmigo —. Ethan escudriñó los ojos, su respuesta lo había molestado.

—Tu ya no eras una niña.

—Yo jamás deje de ser una niña, Ethan.

—Si, bueno, —. Tosió sangre a lo que Narcissa frunció el ceño —. supongo que lo ocultaste muy bien.

—¿Qué?, ¿Vivir mi vida te tiene muy jodido?, pareces un espagueti pegado a la pared.

Ethan rió cínicamente y levando la memoria que pendía de una cadena en su cuello.— Esto es lo que quieres, ¿no es así?.

—Wow, sabes leer mentes. ¿Quién diría que eres un telépata?.

—Veamos como la consigues —. Ethan, en un acto desesperado aventó la cadena hacia el mar.

Narcissa entró en pánico y corrió hacia ella, echándose en clavado, pero el hombre no contaba conque ella se lo llevaría con él. La pelirroja llegó preocupada a la orilla, mirando como las dos personas peleaban en el aire por una pistola que apuntaba en todas direcciones.

—¡Narcissa! —. La voz de Natasha lanzó un grito desgarrador.

Su cuerpo se hundió en el agua, tiñéndola de rojo rápidamente con el sonido de un disparo en el aire y ella solo pudo rezar con toda su alma porque no le hubiese sucedido nada.

Su cuerpo se hundió en el agua, tiñéndola de rojo rápidamente con el sonido de un disparo en el aire y ella solo pudo rezar con toda su alma porque no le hubiese sucedido nada

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Etéreo | Bucky Barnes, Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora