24| "Huevos y tocino"

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—Vamos —

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—Vamos —. Natasha le jaló el pie pero Narcissa parecía querer adherirse a la cama —. ¡Vamos Cissy!

—¡Déjame! —. Narcissa, con mocos, ojos rojos e hinchados le aventó una almohada.

—Narcissa llevas tres días en la cama, levántate ya. Y date una ducha, recoge por aquí.

—No quiero —. Se hizo bolas en la cobija de nuevo y Natasha suspiró rendida.

Salió de la habitación, la chica miró el collar que descansaba en su mano, era un collar con dije de corazón que se abría a la mitad mostrando dos fotos. Una de su hermano y otra suya. Se sorbió los mocos sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas otra vez. Cerró el dije cuando el colchón se hundió a su lado y el olor de la colonia llegó a sus fosas nasales. El hombre movió levemente la colcha, dejando ver a una bebé llorona del otro lado.

—¿Tienes hambre? —. Le preguntó Steve, a lo que ella negó —. ¿No quieres un helado? —. Los ojos le brillaron un poco, pero volteó la cara rápidamente indicando que no quería más preguntas —. Bien, me quedaré aquí entonces —. Steve metió su brazo por debajo de su cintura y la jaló hacia él, envolviéndola en un abrazo reconfortante.

Narcissa se sorbió los mocos otra vez y se abrazó a Steve, unos minutos más tarde nuevos pasos se escucharon por la habitación y el colchón se hundió detrás de ella. Un brazo frío y de metal recorrió su brazo dejando caricias mientras que con la otra mano la abrazaba. Narcissa se sintió protegida, querida y completa, ella necesitaba de los dos hombres a su lado para sentirse de esa forma y jamás había reparado en ello.

 Narcissa se sintió protegida, querida y completa, ella necesitaba de los dos hombres a su lado para sentirse de esa forma y jamás había reparado en ello

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—Toma —. Bucky puso una taza de café frente a una Narcissa mojada, la habían convencido de darse una ducha y recoger su habitación.

—Gracias... —. Tomó la taza y dió un sorbo de ella, había estado deprimida desde la muerte de su padre, ahora no tenía ningún familiar, no tenia a nadie, ya no había nada que la retuviese y eso la ponía triste, ella era la última de los Brown y así sería por siempre ya que su útero no servía, no podía crear bebés.

Steve le sonrió y siguió leyendo el periódico, Natasha entró en la sala y se sentó a su lado. Peter y Tony salieron de su laboratorio y se sentaron en la mesa para el desayuno, ese día le tocaba prepararlo a Wanda así que los platos llegaron envueltos en un aura roja a la mesa. Huevos y tocino.

Etéreo | Bucky Barnes, Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora