Desde su reunión con el lobo blanco no había podido parar de pensar en los pros y los contras de su posición, él podría resolver con su gente en cuanto Deku volviera el asunto de los bloqueadores de magia, pero aún tenía el pendiente de cómo haría para preparar cincuenta mil soldados para la guerra que se avecinaba. Aiko no pudo salir de su mente luego de todo lo que el perro le había dicho. Ella habría sido una general que había entrenado exitosamente a cientos de caballeros y sería un beneficio para Bishajin tener un ex primer general experimentado en el arte de la guerra.
En cuanto sus pies llegaron a sus aposentos, la sirvienta que se suponía debía estar con ella estaba fuera de la puerta esperando a ser llamada.— ¿Qué se supone que haces en el pasillo, niña?— la muchacha que apenas rondaba los quince años lo miró y enseguida hizo una reverencia mostrando respeto.
— Lo siento, Su Majestad, pero la Señorita me solicitó dejarla sola porque no se encuentra bien y desea descansar.— habló tratando lo más posible de no trabarse, fallando en eso. Enseguida la criada terminó sus palabras, Katsuki alzó una ceja.
— ¿Y por qué estas afuera si ella no se siente bien?— volvió a cuestionar, el temblequeo de la niña le hizo saber que a la imponente Himura Aiko era difícil decirle que no para alguien así.— Anunciame, niña. Voy a entrar.
Enseguida la niña abrió la puerta disculpándose y anunciando su llegada, lo que temía estaba a punto de suceder. Aiko estaba vestida, preparada para la nieve y casi a punto de salir de sus aposentos. El amargo gusto de la decepción llenó su lengua, haciéndolo hablar con palabras más bruscas de las que la parte empática de sí le decía que hiciera.
La expresión que ella hizo enseguida de sus negativas y sus declaraciones sobre ella misma provocaron una punzada en su pecho. Su voz angustiada pidiéndole que la dejara ir simplemente agudizaba más el dolor, pero él no podía dejar que se fuera. No aún, no si quería proteger a su reino. Necesitaba a Aiko.
Su expresión carente de emoción y sus ojos verdes mirando directo a los suyos hicieron que una vocecilla en su cabeza le advirtiera de que esos ojos eran la señal perfecta para comenzar a preocuparse.
— Bakugo Katsuki, Sol de Bishajin y Rey de los Dragones, yo, Himura Aiko, lo reto a un duelo.
Su garganta se secó enseguida ella pronunció esas palabras. ¿Un... Duelo? Sus ojos se abrieron por el impacto del reto y miró confundido a su rostro, buscando alguna pizca de burla o de broma, arrepentimiento por lo que acabada de decir o temor.
— Morirás, Aiko.— advirtió, esperando que ella retractara sus palabras, pero no fue así. La mujer frente a sí se mantuvo impasible frente a sus advertencias de lo que podría suceder.
— No tengo opción. Sería un acto de piedad de parte de usted matarme hoy, a que pueda caer en el destino de ser una fuente de energía ilimitada, no dejando mi cuerpo mortal morir y condenando a mi alma a no volver al ciclo de Reencarnación.— contestó de forma inmediata, sin siquiera dejar espacio a réplicas. Las venas se marcaron en la mandíbula de Katsuki y enseguida alzó la voz.
— ¿Eres estúpida, Ángel? ¿Qué tal si yo utilizara tu sello una vez lograra derrotarte? ¡¿Eh?! ¡Morirás en vano y ni siquiera podrás proteger a la gente que quieres o vengar a quien amas!— Frustración. Eso era lo que sentía. Estaba determinada a morir por lo que creía, pero para Katsuki eso era una tontería. Morir por lo que creía le impediría seguir luchando por lo que deseaba cambiar.
— Sí, pero Katsuki no haría eso.
Sus palabras lo hicieron enervar aún más, sobre todo porque tenía razón. Chasqueó la lengua, tratando de apaciguar su respiración y su genio caminando de un lado a otro en la habitación, como un tigre encerrado. No deseaba seguir esa conversación, le dio la espalda y se dirigió a la puerta.
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•Dominio de Bestia• [Katsuki Bakugo × OC]
FanfictionEn los reinos sigue sangrando la cicatriz de la guerra que concluyó hace treinta años, la aparente paz mantiene la tranquilidad como calma antes de la tormenta, pero a los cimientos los corroe la traición, tirando todo abajo. Para Aiko, siendo la Pr...