El sol comenzaba a calentar la tierra para cuando Aiko pudo deshacerse de la atención indeseada de esos soldados, Katsuki había desaparecido por completo y no tenía fuerza de voluntad suficiente que le permitiera volver a enfrentar tan pronto a Shoto Todoroki luego de la dolorosa conversación que habían tenido.
Sus entrañas eran fácilmente oídas por cualquiera que pasara a un lado suyo, el hambre comenzaba a ganarle terreno sobre el desgaste muscular y sin pena, se acercó al caldero comunal donde cada soldado se estaba formando para recibir una ración de comida. Siempre había sido de buen comer, sin importar la situación en la que se encontrara, alimentarse bien era algo primordial en un ambiente de batalla.
Las dinámicas entre soldados y trabajadores no cambiaban, el bullicio de un nuevo día comenzaba a aparecer nuevamente y con ello, sus responsabilidades. Aunque quisiera evitar al Príncipe Heredero, no podría hacerlo por mucho tiempo. Uno de sus últimos pedidos antes de dejarla partir hacia su nuevo destino había sido participar en los entrenamientos de los nuevos reclutas, que a pesar de haber sobrevivido a su primera batalla, aún seguían siendo inexpertos.
Sólo atinaba a pensar en lo tonto del asunto, teniendo a Generales capaces y titulados como Tenya Iida y Shota Aizawa, no le parecía lógico ese pedido. Pero lo haría, porque era Shoto quien preguntaba por ello.Pero antes de volver a ponerse por última vez en las botas de un general, había algo que debía hacer. Terminando su tazón de comida por mucho desabrida, se abrió paso entre las tiendas y hogueras, hasta llegar a una inmensa tienda de campaña que tenía un claro letrero de no pasar. Lo primero que se percibía llegando al lugar era el inconfundible olor a quemado y la voz de quien había ido a visitar.
— ¡Aiko Himura!
Oyó su nombre ser gritado sin siquiera haberse pronunciado dentro de la tienda, la cortina se movió dejando ver detrás a una mujer de cabello rosado y unos hipnotizantes ojos dorados, con una sonrisa de oreja a oreja y manchas de hollín por todo su cuerpo.
Sin entrar en aburridas presentaciones, puso sus manos en su cintura, arrebatandole la chamuscada arma qué aún llevaba consigo.— ¡Takeshi! ¡Mi bebé! Está vez fuiste muy lejos, Aiko-dono— la regañó la mujer, con lágrimas en los ojos y observando meticulosamente cada muesca y desnivel que ahora poseía lo que alguna vez fue el mejor sello que había forjado.
— Capitana Hatsume, siempre es un placer saber que conserva su jovialidad.
No manteniéndose mucho en su rencor, Mei volteó para saludarla adecuadamente, volviendo a poner una sonrisa en su rostro y empujándola para que viera sus nuevos inventos.
Aiko sabía muy bien del maravilloso intelecto e imaginación qué había catapultado a Mei Hatsume a ser lo que era en ese momento, no existía nadie quien poseyera ese don qué lo hubiese utilizado de la misma forma que ella. Aunque poder ver a los espíritus era una habilidad rara, lo más común era convertirse a alguna religión qué venerase a los espíritus y pequeñas hadas, recordaba haber oído de alguna qué otra santa de alguna iglesia y religión demasiado aburrida de nombrar, recordaba vagamente los problemas que algunas habían generado por sus ansias de poder, en una ocasión en que una supuesta santa se lleno la boca diciendo que Shota Aizawa debía casarse con ella por algún mandato "divino" qué habían impuesto los espíritus. Al segundo general no le había hecho ni un ápice de gracia.
Se mantuvo en silencio mientras Mei Hatsume hablaba con el aire y escribía, a la vez que analizaba el arma y le echaba un vistazo a ella de vez en cuando. Dando una carcajada, giró en su dirección.
— Espero que tengas algún familiar en mente, Aiko-dono— advirtió sin bajar del escalón del entusiasmo—. Sin duda el fuego de ese enemigo fue muchísimo más potente qué incluso lo de Su Majestad Enji, nunca había visto un acero tan dañado.
ESTÁS LEYENDO
•Dominio de Bestia• [Katsuki Bakugo × OC]
FanficEn los reinos sigue sangrando la cicatriz de la guerra que concluyó hace treinta años, la aparente paz mantiene la tranquilidad como calma antes de la tormenta, pero a los cimientos los corroe la traición, tirando todo abajo. Para Aiko, siendo la Pr...