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Se hallaba frente al rey. Su rey.
Únicamente el grillete en su cuello era lo que le permitía a Todoroki Enji tenerla al fin con la cabeza gacha, sin sus orbes verdes mirándole con insolencia.
Aiko observaba sus manos, sin embargo. Le extrañaba tener puestos unos grilletes tan extraños, negros como el carbón en vez de unos hechos de hierro pulido.

   — Ya puedes levantarte, Himura Aiko.— emitió, con su grave voz. Los temblorosos guardias se acercaron hasta quitar el grillete de su cuello, sacándole el peso para alzar la mirada.

   — Me dijeron que deseaba verme, Su Majestad.

En la sala de audiencias parecía haber más invitados de los normalmente permitidos. Tanto los generales como príncipes y algunos de sus soldados eran testigos de su desprorable vista, con ropas sucias y sin haber tenido acceso a un trato dignamente humano por más de una semana.
Observó un poco el público, su vista no lograba enfocarse pero notó allí una presencia que no le gustó. Un cabello anaranjado se movía por entre la gente y la sola vista le dio mala espina.

   — Así es. Dígame, Aiko, ¿por qué decidió cometer tal traición al reino que te cuidó por quince largos años?

   — Estoy segura que cualquier palabra que salga de mi boca será usada en mi contra, Rey. Pero veo que hay una interesante presencia susurrando en su oído últimamente.— miró fijo a Monoma, quien se hallaba a un lado del Rey, lugar que normalmente le correspondería a ella. Él le sonrió, pero la expresión de la fémina no cambió.

   — ¿Acaso osas decir que mis decisiones están siendo influenciadas?— Enji hizo el amague de levantarse de su trono.
Los ojos verdes no lo denigraban, lo veían con una calma abrumadora, insolentes a sus ojos, como si le dijeran que iba a romper sus esfuerzos en cualquier momento.

   — Mi pacto de sangre me impide mentir, Majestad. Lo que diga frente a usted solo podrá ser la verdad y no simples conjeturas.

   — Entonces dime, ¿acaso Kaminari Denki y Monoma Neito fueron atacados por alguien más?

   — Si y no. Yo misma disloque el hombro de Monoma con mi Takeshi.— los soldados presentes ahogaron un grito de sorpresa por la presunta respuesta, comenzando a susurrar antes de que Aiko continuase con sus palabras.—En defensa propia actúe con violencia, fue el soldado quien, sin embargo, procedió a atacarme cuando me encontraba herida.

El acusado replicó de inmediato, con unos exagerados movimientos y alzando la voz mucho más de lo que Aiko lo estaba haciendo, cubriendo la suave voz de la general ni bien comenzó a hablar.

   — ¡Eso es mentira, Su Majestad! Vi con mis propios ojos a esta criminal entablando una conversación con uno de los miembros más importantes de la llamada Liga, antes de soltar a los seres magicos y correr por el favor del rey de Bishajin. Traté de detenerla... Pero, ¡un simple soldado no puede hacer nada contra un general!

   —¿Es eso cierto, Himura Aiko?

   — No.

Aiko comenzó a hacer una mueca con la mitad de su cara apenas pronunció sus últimas palabras. Sus muñecas comenzaron a arder al igual que sus tobillos. Comenzó a sudar, le estaba quemando y su respiración se enlenteció. La boca se le comenzó a secar y cada respiración le dolía tanto que no lograba articular palabra.

   — ¡Se atreve a mentirle al rey! ¡Observen como hierven sus grilletes como manifestación de la reptura de la promesa de sangre! — el rostro de Monoma estaba intentando esconder una retorcida sonrisa.

El ruido se instaló en el público, todos cuchicheaban, murmuraban o gritaban ofensas y conjeturas, gritos de indignación y de horror. Insultos en contra de ella y en como nunca debería de haber sido una general. Todos habían creído las palabras del rubio sin siquiera pararse a pensar detenidamente en los hechos.

•Dominio de Bestia• [Katsuki Bakugo × OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora