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El desayuno culminó con tranquilidad, con el monarca de Bishajin observando a Aiko en silencio y con ella escribiendo en total concentración, repasando y marcando puntos en un mapa hecho a mano alzada. Las criadas incluso estaban inmersas en los garabatos de Aiko sobre las hojas, sin entender en lo más mínimo su letra o los murmullos y el diálogo que estaba teniendo consigo misma, embelesada en su propia labor ignorando cualquier estímulo externo.

Katsuki analizó incluso su forma de escribir, los graciles movimiento de su muñeca hacían parecer que la pluma acariciaba el papel para plasmar las letras perfectamente entendibles con una clara caligrafía, pero no comprensibles para él. Trató de leer lo que estaba escribiendo, dándose cuenta de que aunque las letras eran similares al abecedario, el idioma que estaba utilizando ni siquiera era alguno que él conociese, sino que los caracteres de su escritura eran similares a los que su derruida espada poseía.

  — ¿Es una lengua arcana?— cuestionó, golpeando con un dedo sobre la mesa en un intento de llamar su atención. Ella levantó la mirada un poco desorientada, clavando sus ojos en el rey.

La mirada de Katsuki se distrajo en sus labios rosados y en cómo los había estado mordiendo distraídamente en un intento de recordar cada mínimo detalle, sus labios estaban levemente húmedos y se veían suaves. Sintió como su corazón subió hasta su garganta, dejando de respirar en un intento de calmar sus palpitaciones.

  — ¿Sucede algo, Su Majestad?— preguntó, volviendo un poco a tierra y percatandose finalmente de las miradas que estaban sobre ella.
El rostro del rey se veía rojo, con una ceja alzada y los labios apretados en una fina línea, se veía nervioso. Aiko intentó tomar su mano, en un inútil intento de preguntar que sucedía, pero como anticipando sus intenciones, él carraspeó aclarando su garganta y recobrando la postura.

  — Lo que escribes, ¿es una lengua arcana?— volvió a preguntar, haciendo que Aiko volviese su mirada a sus garabatos para finalmente responder.

  — Sí, Su Alteza, Touya-sama, insistía en que debía saber mi lengua natal. Es útil para escribir notas y guardar información, no es fácilmente descifrable— comentó, comenzando a reordenar los papeles sueltos sobre la mesa.
La mención de Touya provocó que Katsuki se resignase a profundizar de inmediato, se recargó sobre la mesa, apoyando su mejilla en una mano, demostrando su aburrimiento con sus perezosos movimientos. Seguramente tendría cosas que hacer además de estar allí, pero nada lo demasiado interesante como esa presencia.

  — ¿Qué escribes?— los ojos de Katsuki brillaron con duda, mirando fijamente como sus manos se movían por sobre la mesa, arreglando papeles y doblando el mapa mundi que había improvisado en esa hora de silencio. Le sorprendía que en tan sólo en una hora hubiese escrito tantas hojas sin perder el hilo.

  — Su Majestad ha estado muy curioso últimamente— bromeó, entre risillas. Tomó uno de los papeles que más tinta negra poseía encima y lo puso frente a Katsuki. La mirada de confusión de él fue suficiente para sacarle una sonrisa-. Es información delicada, relacionada a los cinco meses que estuve fuera del reino y en contacto con la Liga, también conocimientos pertenecientes al cargo de Primer General, además de información que recolecté en la última batalla.

Dio un suspiro, devolviendo la hoja a la pila de papeles que acumulaba frente a ella.

  — Algunas cosas ya las sabes, aquella noche te mencioné algún que otro par de detalles que podrían serte de utilidad— continuó su discurso con su voz monótona de cabecera, pero Katsuki fue incapaz de seguir fielmente la conversación. Su rostro se coloró de rojo por la vergüenza de cómo sonaban esas palabras, y aún más por los rostros que las sirvientas habían hecho.

Inmediatamente notó cómo la servidumbre cruzó miradas entre ellos al oírla decir esas palabras, sonriendo por un nuevo chisme para esparcir y por la reacción suya, a los ojos de las sirvientas, una noche de pasión sería innegable siendo que el malhumorado Rey había reaccionado de esa forma, poniéndose rojo y avergonzado. En ese leve momento, las sirvientas cuchichearon en cómo seguramente Aiko le habría absorbido cada gota de vitalidad.

•Dominio de Bestia• [Katsuki Bakugo × OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora