El tiempo transcurrió con lentitud para él, en lo que leía algunos libros que alguien había dejado en la tienda de Aiko para ella, se aburrió con rapidez.
Le pareció gracioso que dejasen libros con títulos tan obsoletos como "El arte de la guerra" a alguien que había pisado más campos de batallas que algunos veteranos de guerra.Le echó un vistazo, seguía durmiendo cómodamente sin moverse siquiera un centímetro, las colchas seguían envueltas hasta su cuello y estaba completamente relajada, no tenía la guardia alta, y eso era bueno. Ojeó luego la hoguera y echó un par de leños más, a medida entraba la noche las temperaturas seguían bajando.
Sintió un poco de envidia de la exgeneral de estar durmiendo tan pacíficamente, él no podía recordar la última vez que había logrado dormir con tranquilidad o sin ser acechado por el molesto insomnio.
Tomó un nuevo libro, con un título que lucía igual de inútil que el anterior, puesto que no veía como podría funcionarle a Aiko Himura un libro con un título como "Maná y Magia curativa", siendo que apenas si tenía mana en ella. No teniendo otro título disponible además de ese y rehusado a ser comido por el ocio, comenzó a leer, él tampoco podía presumir de saber usar ese tipo de capacidad y sabiendo que Aiko estaba muy herida en ese momento, sería útil para el futuro.
Las explicaciones fáciles como para alguien que apenas si tenía idea de que era la magia fueron fácilmente aplicables para Katsuki, quien luego de unas doscientos ochenta páginas ya sabía la teoría básica. Miró a la que podría ser su conejillo de indias, sacando de su cabeza la idea un poco después.Esperaría a encontrarse con algún idiota como Kirishima o Denki, por si existía algún efecto secundario.
...
El calor envolviendo cómodamente cada rincón de su cuerpo con el leve sonido de otra respiración acompasada le trajeron recuerdos de hace algún tiempo, en alguna cueva de alguna de las montañas pertenecientes al reino vecino. No recordaba dormir tan bien desde que había abandonado el palacio para cumplir con su misión, la cama era extremadamente cómoda y la sensación de seguridad de esa tienda de lona había ofrecido en su grato sueño era casi irreal, ninguna pesadilla había aquejado su descanso por primera vez en mucho tiempo, el solo haber dormido era lo más placentero que había sentido en meses.
Sus heridas aún dolían, apenas había recibido algo de un tratamiento con mana muy a su pesar, había huido de los curadores para que evitasen usar mana en ella y que fuesen por los más graves, pero Denki y Hanta habían desarrollado una sobreprotección que le impidió huir por mucho tiempo.
Tapada aún hasta el cuello, dio una media vuelta en su cama, su cabello ya estaba seco por lo que supuso que no habrían sido solo algunas horas de sueño lo que había tenido. Antes de encontrar cualquier otra cosa, sus ojos se hallaron con una espalda ancha cubierta por una camisa demasiado fina para ese tipo de clima y un cabello rubio desordenado, recostado a un lado suyo en la extensa cama, pero sin cubrirse con las colchas.
Sus alarmas se habrían disparado y generaría un conflicto con un único resultado de violencia si tan solo no hubiera reconocido quien era. Katsuki no temblaba, dormía plácidamente en un rincón de la cama, apenas recostado y muy lejos de poder llegar a tocarla, con sus brazos cruzados y durmiendo sobre su costado derecho, con un libro a medio leer a un lado de su cabeza. Casi parecía que se iría a caer en cualquier segundo, pero su equilibrio e inmovilidad eran de admirar.
Aiko rió, nunca podría haber imaginado una escena así, hallar al Rey de Bishajin durmiendo en su cama limitándose a estar casi al borde sin siquiera cubrirse del frío mientras que ella ocupaba una gran porción de cama con generosas colchas por encima.
No lo despertó, sabía muy bien que el instinto de supervivencia de un Dragón y sobre todo de alguien como Katsuki era temible y el que no se hubiese despertado cuando ella se sentó solo podía significar que él también estaba agotado.
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•Dominio de Bestia• [Katsuki Bakugo × OC]
FanficEn los reinos sigue sangrando la cicatriz de la guerra que concluyó hace treinta años, la aparente paz mantiene la tranquilidad como calma antes de la tormenta, pero a los cimientos los corroe la traición, tirando todo abajo. Para Aiko, siendo la Pr...