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—¿A dónde vas?.—Le preguntó Rosalie al ver que se paraba de su lugar.
—Iré un tiempo a mi casa, la rubia no se acercará, ya sabe que estoy aquí.
—¿Estás bien cariño?
—Si Esme, no te preocupes por eso. Llámenme si hay alguna noticia de Edward.
Ambas asintieron mirándose entre sí, el nombre Edward se le había escapado entre los labios.
—Quiero decir, si hay alguna noticia de los chicos, no solo de Edward, jejeje, ya me voy.—Ambas rieron y ella se echo a correr en dirección a su pequeña casa, a un lado del tratado.
Aún podía sentir entre sus manos la tela que olía fuertemente a Edward, no a Edward y Bella, —como todo lo demás—, solo a Edward.
Si llegara a descubrir que guarda su camiseta por entre las cobijas tal vez jamás le dirigiera la palabra de nuevo. No porque considere que está mal, o porque la haya "robado", sino porque probablemente pensaría que es una acosadora psicótica.
Llegando al tratado pudo ver al mismo lobo del otro lado, montando guardia. Tal vez sería buen momento de acercarse a él.
Entró a su casa y empezó a ordenar todo rápidamente, todo había quedado como nuevo, a excepción de las plantas y el jarrón. Ese estúpido jarrón que era el favorito de Alessandro.
Se acercó lentamente al tratado, viendo como Sam se paraba y le miraba fijamente.
—¿Puedo pasar?, no quiero ocasionar problemas, si me dices que no entenderé y solo me marcharé.—El lobo se lo pensó unos segundos pero al final asintió.
Antonella se acercó a paso lento, sabiendo que si daba un salto de el lado de los Cullen al de la reserva, eso podría alarmarlo. Dejaría que la mirase bien antes de decidir su atacarla o no.
Sus pies se mojaron por el agua del Río que cruzaba a toda velocidad, llegó al otro lado del tratado y al instante el lobo la comenzó a olfatear.
—Hola, soy Antonella, ¿Tú eres...?
¿Acaso es tonta? Como le diré mi nombre si estoy convertido. Sonaba como algo lógico para él.
—Ah, lo siento, puedo leer mentes por eso te preguntaba.
Ups, soy Sam.
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CULLEN | Edward Cullen
Fanfiction𝘌𝘥𝘸𝘢𝘳𝘥 𝘊𝘶𝘭𝘭𝘦𝘯|| "𝙴𝚕 𝚍𝚘𝚕𝚘𝚛 𝚎𝚜 𝚗𝚎𝚌𝚎𝚜𝚊𝚛𝚒𝚘, 𝚊𝚜𝚒́ 𝚌𝚘𝚖𝚘 𝚕𝚘𝚜 𝚙𝚛𝚘𝚋𝚕𝚎𝚖𝚊𝚜 𝚍𝚒𝚊𝚛𝚒𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚕𝚊 𝚟𝚒𝚍𝚊, 𝚙𝚊𝚛𝚊 𝚖𝚊𝚍𝚞𝚛𝚊𝚛 𝚗𝚞𝚎𝚜𝚝𝚛𝚊 𝚒𝚗𝚝𝚎𝚕𝚒𝚐𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊 𝚢 𝚌𝚘𝚗𝚟𝚎𝚛𝚝𝚒𝚛𝚗𝚘𝚜 𝚎𝚗 𝚜𝚎...