1.10 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘥𝘪𝘦𝘻.

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Eso fue lo último que alguno de ellos dijo en el trayecto de vuelta a Forks. Habían trazado un plan, Antonella, Edward y Emmett se quedarían en Forks para que su padre no pensase que había sido secuestrada, Alice y Jasper irían con ella para protegerla a Phoenix.

Obviamente,  el camino se le hizo mucho más corto de lo habitual a Edward, tal era su miedo por llegar.

Cuando aparcaron junto a la casa de Bella y se encontraron ante las luces que salían de cada una de las ventanas, tanto de las de arriba como de las de abajo, le pareció demasiado pronto.

Desde el salón llegaba el sonido de un partido de baloncesto universitario. Se esforzó para ver si oía algo que no fuese humano en las proximidades, pero no parecía que hubiese llegado aún el rastreador. Y Alice todavía no veía ningún futuro en el que esta parada se convirtiera en un ataque.

   Quizá deberíamos quedarnos. Dejar que Bella regresara a su vida normal mientras el resto de nosotros nos convertíamos en centinelas perpetuos. Pensó Edward, Antonella soltó un bufido, le comenzaba a estresar toda esta situación que parecía no llegar a ningún lado, el anillo bailaba otra vez entre sus dedos. Pero no porque estuviera teniendo un ataque inminente, sino por aburrimiento.

Podía contar con Emmett, Alice, Carlisle, Esme, y casi seguro que también con Jasper y Antonella para acompañarle en esta vigilia. Al rastreador le sería imposible llegar hasta ella con tantos ojos , y mentes, vigilándola. ¿No sería un frente unido una opción más segura que dividirse en tres grupos?

Pero, mientras él consideraba esto, Alice vio que el rastreador esperaría y se adaptaría. Que, después de que el aburrimiento se asentara, ocasionaría una guerra por desgaste.

Amigos de Bella que desaparecían en medio de la noche. Sus profesores favoritos. Los compañeros de trabajo de Charlie. Humanos al azar sin conexión alguna con ella. El número seguiría aumentando hasta que el escrutinio resultante les obligaría a desaparecer de todas formas. Y Edward podía imaginar cómo se sentiría Bella ante todos aquellos inocentes pagando con sus vidas su continua seguridad.
Así que el plan inicial tendría que ser suficiente.

—¿Edward siempre es así de estúpido?.—Preguntó Antonella con un tono hastiado.—¿O es que solo yo me doy cuenta?

—¿Por qué lo dices?.—Preguntó Alice.

—Tu puedes ver el futuro, deberías saber porque te pregunto.

—Tu eres un punto ciego en mis visiones, jamás me había pasado algo así. A no ser que hablemos de los perros.

CULLEN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora