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Jasper, Emmett y Antonella entraban a la casa de los Cullen, donde Edward estaba hablando. Básicamente, Alice lo había obligado a ir a ver a Bella ya que su futuro estaba borroso, por definitiva: en peligro.
—Un extraño. No reconocí el olor.—Antonella se situó a un lado de Edward.
—¿Un nómada que iba de paso?
—Nunca hubiera dejado vivo al padre de Bella.—Soltó Rosalie, escupiendo el nombre de la humana.
—El rastro desapareció a cinco millas de la casa de Bella.—Informó Jasper con tono duro.
—Alguien está tramando esto.—Emmett se acercó a Rosalie, quien se levantó del sofá y tomó su mano mientras que Jasper se acercó a Carlisle, quien aún sonaba bastante preocupado.
—¿Victoria?.—Inquirió la humana.
—Hubiera visto su decisión.
—Deben ser los Volturis.—Antonella frunció instantáneamente el ceño mientras miraba a Edward.
—Tampoco creo que sean los Volturis.—Todos miraron a Alice, deseando saber a qué se refería.—He visto las decisiones de Aro.
—Seguiremos buscando.—Dijo Emmett.
—Nos turnaremos para cuidar a Bella en su casa.—Eso fue lo primero que dijo la italiana aquella noche.
—¿También la protegeremos a ella?.—Preguntó Rosalie agriamente.
—Rosalie...—Le recriminó Carlisle.
—Ella tiene razón,—Bella se lamió los labios y suspiró.—No pueden protegerme a mí, a mi padre y buscar al intruso.
—Y a Victoria.—Le recordó la de cabellos rubios.
—Y además alimentarse.
—No te dejaré aquí indefensa, Swan.—Las palabras de Antonella habían salido en un tono duro, acercándose mucho a una orden.
—No se van a morir de hambre.—Ese había sido un comentario estúpido.—Además no estaría indefensa, tengo...—El rostro de Jacob pasó fugazmente por su mente.
