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El resto del día prosiguió con coqueteos igual de descarados como antes hacia Edward, pero parecían ir más enserio con las chicas.
Todos se dieron cuenta cuando a la hora de salir el clan Cullen estaba como de costumbre amontonados sobre sus autos, Antonella pasó a su lado y acarició el mentón de Rosalie mientras susurraba un eres tan bonita. Y después se la llevó el viento.
—Pero claro que soy bonita.—Fue lo único que logró decir Rosalie unos segundos después.
—¿Lo dudas?.—Emmett le dió un beso en la corinilla y le jalo hacia el auto para ir a casa.
—Adelántense chicos, llevaré a Bella a casa.—Todos asintieron entrando en los autos, Bella y Edward entraron en uno separado y se dirigieron hacia la casa de ella.
Bella casi podía cortar la tensión que había en el aire con un cuchillo, no entendía nada de lo que estaba pasando, solo que Edward había estado muy tenso la noche de ayer también.
—Edward.
—¿Si, Bella?
—¿No piensas decirme que ocurre?.—Se quedó callado a lo que Bella soltó un suspiro y se acomodó en su asiento, enojada.
—No la conocemos.
—¿A quién?
—A la vampira que acaba de llegar, no la conocemos.
—Pero si tiene ojos dorados igual que ustedes.
—Si, eso es... extraño.
—¿Y qué harás?
—Por el momento nada, aún no sabemos qué quiere aquí entonces... te mantendré vigilada.
—Bien, nos vemos.
—Te veo en la noche. Recuerda que en unos días iremos a jugar béisbol.—Bella salió del auto cuando el teléfono de Edward sonó.—¿Qué pasa Alice?
—Viene hacia acá.
La camioneta negra que se había hecho bastante reconocida se abrió pasó por todo el pueblo, su dueña estaba tarareando la canción que había estado escuchando el día anterior al llegar.
Unos minutos más tarde llegó a las afueras del pueblo donde se encuentra la residencia de los Cullen, entró por el camino de árboles y estacionó la camioneta.
