1.11 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘰𝘯𝘤𝘦.

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Emmett y Antonella corrían ahora por el bosque, a un lado de la carretera, Edward pensaba que Emmett querría acabar con este asunto rápida y sangrientamente, pero se sorprendió cuando todos sus pensamientos se fijaron en Bella y su seguridad.

—Te afectó pasar tiempo con la humana.—Antonella se movía ágilmente entre los árboles y el pasto, iban a la par de la camioneta de Bella, Edward ya había tomado su lugar una vez que estuvieron lo suficientemente lejos de Charlie.

—Bueno, es importante para Eddie.

—Ajá.

El rastreador se mantenía alejado, vigilando toda la situación, Alice iba detrás de Edward en el Jeep.

Antonella y Emmett dieron un salto grande y se dejaron caer en la cajuela de la camioneta, Edward tuvo que hacer malabares con el volante por el impacto.

Bella dejó salir un chillido apunto de gritar cuando Edward le tapó la boca.

—Son Emmett y Antonella.—Ella asintió y se dejó caer de nuevo en el asiento. Por alguna razón, que Antonella estuviera cerca hacia que Edward se relajara un poco.—Todo irá bien Bella, estás a salvo.—Le dijo como si no estuvieran en una situación de vida o muerte.

Pasaron a un lado de el viejo restaurante del pueblo, donde todos los amigos de Bella salían a la vez y entre risas.

La conversación de la pareja seguía así que Antonella los bloqueo, hasta que escuchó decir a Bella:

—No irá bien si no estamos juntos.—Sus manos al instante se apretaron, era una idiota la mayoría de los veces, y esta vez lo estaba siendo.

Si hubiera sido cualquier otra persona en su situación lo primero que le hubiera dicho a Edward era el asunto sobre las almas gemelas. Ella no quería ser una idiota por la relación que tenían y sobre todo grosera, cosa que ya era la mayoría del tiempo. Pero pronto comenzaba a arrepentirse.

Si al final las cosas no resultaban como se supone que deberían ser, ella se iría con Alessandro y muy probablemente se uniría a los Volturi. Aro siempre se había muerto en vida por tenerla con ellos. Quizá ahí estaba su tan esperada oportunidad.

Emmett tomó su mano que ya comenzaba a agrietarse y la jaló hacia él, pasando un brazo por sus hombros.

—¿Qué está pasando contigo? Llegaste aquí y eras un sol brillante y ahora... bueno, parece que quieres matar a alguien.

CULLEN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora