3.3 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘵𝘳𝘦𝘴.

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Al cabo de unos minutos los efectos de la oxicodona ya se habían propagado por completo, Antonella evadió todas las preguntas que cualquiera de los vampiros llegara a hacerle o simplemente las ignoraba, eso se le daba muy bien. A la única persona a quien no pudo ignorar fue a su hermano, quien se apareció en su puerta a la madrugada con el cabello esponjado, dejándole en claro que no había tomado un avión, Antonella quiso ignorarlo pero él amenazo con quitarle su don así que no quedó más remedio que hablar con él, quien la llevó a la escuela el día siguiente, teniendo las miradas de todos sobre ellos.

Ambos pudieron ver como Bella se tensaba cuando pasó enseguida de ellos así que no perdieron la oportunidad, Alessandro le guiñó un ojo coquetamente y Antonella le mandó un beso, Bella solo apuró el paso a lo que ambos rieron. Alessandro abrazó fuertemente a Antonella antes de darle las llaves de su camioneta.

—Adiós patito. No hagas una estúpidez de nuevo.—Antonella rodó los ojos y aceptó las llaves.—De todas formas ya elimine cualquier rastro de medicamento de tu habitación.

Antonella rió al ver a Alessandro muy orgulloso por su acción y negó con la cabeza.

—Adióooos, te amo.

—Yo igual, bye Anto.—Se despidieron agitando la mano en el aire.

La pelirroja ignoró las miradas de todos y trotó hasta llegar con Alice, quien la esperaba con la mano extendida.

—Ya vine mi amorcito precioso.—Alice rió y Jasper la fulminó con la mirada en forma de broma.

—¿Cómo debería de tomar que coquetees con mi novia?.

—Como que tu novia es jodidamente sexy.

—Eso ya lo sabía.—Alice dio brinquitos hacia el pasillo mientras Antonella y Jasper reían por su comentario.—Solo recalcaste lo evidente.

—¡Vaya!, amanecimos de humor esta mañana eh.—Jasper jugó a corretearla mientras ambos reían.

Sintió un toque en su brazo y al instante volteó a su derecha, donde encontró a Edward con ojos preocupados.

—Jamás vuelvas a hacer algo así.

—¿Por qué no?

—Porque estoy preocupado por ti.

—Aunque quisiera ya no podría hacerlo, Alessandro me quitó todo.—Edward la miró fijamente y ella bufó.—Solo estoy bromeando, claro que no haré nada así.

CULLEN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora