2.8 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘰𝘤𝘩𝘰.

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Los siguientes meses fueron normales, exceptuando el hecho de que Edward no quisiese comer y se quedase todo el tiempo en su habitación, en cambio Antonella, ella aprovechó todo el tiempo que pudo junto a su hermano, ella no buscó a Edward porque sabía que no quería ser buscado. Todo estaba bien, hasta ese día, ese día donde Carlisle llamó a Edward contándole sobre el "accidente" de Bella.

Antonella se puso seria cuando olió a Edward ingresar en el pasillo hacia el gran auditorio de los Volturi. Su hermano se dió cuenta, ambos habían leído sus pensamientos, Alessandro levantó la cabeza en signo de supremacía y facciones duras cuando Edward atravesó las puertas, se le veía peor que desde la última vez que Antonella tuvo el placer de visitarlo, el cobrizo estaba tan sumido en la agonía y la culpa que realmente se hallaba ahí. Ese mismo día y con esa idea en su cabeza. El mismo día del festival de San Antonio, donde conmemoran la expulsión de los vampiros de la ciudad.

Que tiempos tan afortunados. Pensó Antonella. Ni siquiera se dignó en consultármelo.

Te juro que lo voy a matar. Le contestó su hermano.

No si yo lo llego a hacer primero.

Los cuatro Volturi supremos se acomodaron en sus asientos, Alessandro tomó la mano de Antonella, quien estaba a su lado, en una señal del apoyo que ambos hermanos se brindaban. Edward la miró con dolor en sus ojos, y lo que encontró no le gustó; Decepción. Traición. Desesperación. La vampiresa tenía tantas emociones encontradas en ese momento, que de haberse encontrado Jasper en ese lugar probablemente se hubiese vuelto loco.

Aro fue a su encuentro, y cuando este tocó la mano de Edward su habitual sonrisa desapareció de su boca, miró muy serio a Edward, como si no se pudiese creer nada.

—¿Esto es lo que quieres?.—Le preguntó Aro.

—Si.—Edward contestó rápidamente sin dejar lugar a dudas.

—Estás consciente, ¿Cierto?

—¿De qué?.—Los tres lectores pudieron ver un rastro fugaz del rostro de Antonella iluminar la mente de Aro.—¿Qué tiene que ver Anto?

—Ella es la verdugo Edward, serás decapitado por tu propia pareja si llega la ocasión.—Edward miró a Antonella pero esta volteó automáticamente hacia otro lado, evitando la mirada de su alma gemela. Porque sabía que si le daban la orden ella no podría detenerse.—Te dije que yo mismo te arrancaría la cabeza si le hacías daño. Y aquí estás.

CULLEN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora