3.15 𝘊𝘢𝘱𝘪𝘵𝘶𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘯𝘤𝘦.

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—Señor Shelby...—Antonella movió de lugar a Luca, haciendo que la bala rozara su cabello.—Es muy grato verlos a todos. Con una mejor puntería lo habría matado, Arthur.—Le sonrió y levantó la mesa que Luca había tirado al suelo.

—Señorita Bagarella.—Dijo Thomas sorprendido.—¿De dónde...?

—Eso no importa, felices fiestas para todos.—Una gran sonrisa con dientes salió de su boca y ni siquiera se inmutó cuando Arthur, el hermano mayor de los Shelby, le apuntó con el arma en la cabeza, pegando el cañón a su cráneo.—Lamento la muerte de su hermano, John, ojalá estuviera aquí hoy.—Tomó la pistola y se la quitó sin batallar.—En fin.

—Anto...

—Luca...,—Tronó la lengua y negó con la cabeza.—Esos hombres lo único que los mueve es el dinero, ¿cierto, señor Shelby?. Desafortunadamente no los mueve tanto como yo, en fin, esto es lo que sucederá;—Tomó una silla y se sentó mientras sacaba la paleta de su boca.—Ustedes, aceptaran su inminente muerte y vendrán con nosotros a Rusia, la familia Shelby saldrá del mercado, para siempre, porque después de que los mate no quedará ninguno. Sus contactos con los que acaban de amenazar al señor Changretta ya fueron neutralizados.

Thomas agachó la cabeza mientras su tía Polly maldecía en voz baja.—¿Y por qué está segura de que haremos eso?.

—Fingiré que no escuché esa pregunta. Hombres y mujeres por igual, Michael entra en el paquete, Polly, Oh y los niños, no se preocupen por ellos, mi hermano los está recogiendo justo ahora. Tendrán una buena vida en Rusia donde no recordarán nada de ustedes o sobre el mundo de los Shelby en Londres, así que..., ¡Andando!.—Se paró de su asiento pero nadie se movió de su lugar.—Además de que firmarán los papeles que Changretta les acaba de entregar. Considérense muy afortunados de que los Bagarella no los matemos en este mismo lugar.—Le guiñó un ojo a Finn, el más chico de los hermanos que estaba plantado en su lugar detrás de Polly y Thomas.

A los Shelby no les quedó más opción que aceptar las condiciones de Antonella, los antiguos hombres de Changretta sacaron a la familia a las heladas calles, donde nevaba y el viento movía los cables eléctricos de las calles. Antonella se acomodó el abrigo que llevaba encima de su vestido de tela satén roja y rápidamente todos fueron despojados de su visión gracias a ella. Los demás Shelby llegaron en tiempo récord gracias a su hermano, quien traía un camión de carga con muchos niños dentro. Ada, la hermana de la familia lloraba a los cuatro vientos y se quedó muda cuando vió a Antonella.

Andando.

Las cosas se volvieron más sencillas con la orden de Antonella encima.—¿Y ese anillo?.

CULLEN | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora