✨Cinco✨

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Emilio miraba enternecido a su dulce pareja, sus rechonchas mejillas se inflaban graciosamente debido a la gran cantidad de muffins que estaban almacenados en ellas

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Emilio miraba enternecido a su dulce pareja, sus rechonchas mejillas se inflaban graciosamente debido a la gran cantidad de muffins que estaban almacenados en ellas.

Joaquín amaba aquellos panecillos con toda su alma, sobre todo cuando tenía un buen vaso de leche como acompañante. Él por otra parte prefería los alimentos con un bajo contenido de azúcar, sin embargo, no pudo negar acompañar a su gatito a aquella panadería, sobre todo porque le había hecho uno de los pucheros más tiernos que jamás haya visto.

-Hyung coma- Joaquín tomo un muffin de chocolate y se lo colocó frente a sus labios. Emilio se sintió cohibido por aquella muestra de afecto en público, pero no se negó, abrió su boca y dejó que su omega lo alimentara. Enseguida notó una que otra mirada de las personas a su alrededor, la mayoría mantenía un gesto soñador, preguntándose si algún día podrían ser ellos en esa situación.

-Buenas noches, ¿desean ordenar algo más? - El mesero les preguntó amable mientras servía más leche al vaso de Joaquín. El gatito interior de su pareja agitó suavemente su cola contento hacia el beta que lo estaba consintiendo en aquellos momentos. Emilio se percató de aquello cuando el aroma de Joaquín se intensificó en agradecimiento por la muestra de amabilidad. Agradeció de que los betas no pudieran detectar el olor de las feromonas, no estaba seguro de poder controlarse si sorprendía a ese idiota disfrutando del aroma de su omega, sobre todo por el hecho de que se dirigía a Joaquín con segundas intenciones.

-No gracias, estamos bien- Respondió irritado tratando de retener un gruñido que amenazaba por salir.

-Recuerda dulzura, puedes tomar los vasos de leche que se te antojen, la casa invita- Comentó el mesero ignorándolo por completo.

- ¡Muchas gracias! -

- ¡Oh vaya! - Exclamó- Tienes un poco de chocolate por aquí, déjame limpiarlo- El mesero alzó su pulgar para quitar los restos de pan en la mejilla de Joaquín, pero su acción se vio frustrada cuando Emilio lo tomó de la muñeca con firmeza. Estaba enojado, se consideraba un alfa demasiado paciente, pero cuando alguien osaba pasar de su límite de tolerancia podía llegar a ser sumamente intimidante, y más cuando se trataba de otros tratando de conquistar a Jimin frente a sus narices.

-No es necesario- Emilio lo soltó de manera brusca mientras se posicionaba junto al omega de manera protectora- Mi pareja y yo ya nos retirábamos, ¿por qué no mejor gasta su exceso de amabilidad con el resto de los clientes?-

-Señor yo...-

-Quédese con el cambio- Interrumpió el patético tartamudeo del chico y aventó una cantidad considerable de billetes en la mesa- Vamos Minnie, es hora de ir a casa-

Joaquín obedeció sin rechistar tomando la mano de su hyung que se extendía frente a él. Emilio entrelazó sus manos y salió del lugar luchando con su tigre para no regresar y golpear la patética sonrisa de aquel empleado.

-Mailo no te molestes- Dijo Joaquín una vez que estuvieron dentro del auto- Sólo estaba siendo amable-

-Ese idiota te estaba coqueteando, además, no estoy molesto-

-Si lo estas, puedo sentirlo y no me gusta, me altera- Emilio exhaló su frustración e hizo todo lo posible para apaciguarse, no quería que su molestia sea trasmitida a su pequeño, quien no tenía culpa de sus celos estúpidos.

-Lo siento, no quería arruinar la cena de esa forma-

-No la arruinaste- Joaquín apretó la mano de su novio y besó sus nudillos para tranquilizarlo- Además, ya estaba lleno, si seguíamos ahí probablemente me hubieras sacado rodando-

Emilio rio sonoramente y sintió como todo enojo se liberaba de su cuerpo, es decir, cualquiera mejoraría de ánimo de imaginar a un pequeño gatito rodando fuera de la panadería por exceso de postres.

-Entonces nos hubiéramos quedado- Dijo mientras apretaba uno de los mofletes del menor- Así tendría mi almohada viviente para abrazar todas las noches-

-¡Hyung!-

Joaquín chilló cohibido mientras escondía su rostro entre sus regordetas manos.

Emilio volvió a reír, demasiado enternecido por la reacción del omega quien al final terminó riendo igual que él por tan alocada idea.

-Vamos a casa-

-Vamos, tengo sueño y quiero dormir-

Joaquín respondió mientras se acomodaba en el asiento para tomar una siesta en el camino, había ayudado a Aby a organizar su papeleo para no aburrirse mientras esperaba a su novio y ahora sólo quería llegar a su casa y acurrucarse en sus mantas.

-¿Dormir?, pero si yo hablaba de llegar a seguir alimentándote, no era broma lo de la almohada-

- ¡Emilio Osorio! -

- ¡Emilio Osorio! -

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Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora