Dulce Ronroneó

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Joaquín pasó el cepillo por el abundante y esponjoso pelaje del tigre, las blancas hebras brillaban y se movían suaves cada que el cepillo peinaba las franjas que conformaban su característico estampado. Dejó el objeto a un lado y acarició el lomo mientras admiraba al majestuoso animal que tenía frente a él. Emilio era hermoso, verlo en su forma animal era un deleite, era impresionante como aquella bestia se dejaba ver y apreciar por él.

El animal ronroneaba y se untaba en la mano que lo mimaba cada que las caricias llegaban hasta sus mejillas. Joaquín sonrió, se sentía en completa calma mientras cuidaba de su pareja, aquellos momentos donde Emilio dejaba salir por completo a su tigre eran sumamente íntimos para ambos, sobre todo por el hecho de que el alfa bajaba completamente la guardia, entregándole su completa confianza a Joaquín.

El tigre se acostó por completo mientras frotaba su hocico en la palma del omega, provocando que sus largos bigotes le dieran cosquillas. Joaquín dejó de acariciarlo y antes de que Emilio se quejara, se acostó sobre el pecho del animal abrazándolo como un gran peluche viviente.

-Amo que seas tan esponjoso- Enterró su nariz en el abundante pelaje y aspiró el área dejándose llevar por la agradable sensación. Sin embargo, inmediatamente tuvo que separarse para poder estornudar el pelo que se le había metido en las fosas nasales.

-Aunque también a veces odio que seas tan esponjoso- Comentó riendo mientras se pasaba un pañuelo- Esta vez te toca aspirar las sabanas-

Emilio soltó un bufido disgustado, odiaba el sonido de la aspiradora, pero no se preocuparía por eso hasta más tarde. Se incorporó y fue hacia el rostro del gatito para untarse en sus mejillas y cuello. Su tigre se sintió feliz cuando escuchó la dulce risa de su pareja.

"Conviértete"

Le dijo a través del lazo. Joaquin le dio un beso en su nariz antes de sacarse su pijama y ropa interior para poder transformarse. Enseguida un hermoso gatito de angora apareció frente al tigre blanco. Joaquín dio vueltas sobre su espalda y le mostró su barriguita, Emilio sonrió enternecido mientras escuchaba a su adorable pareja maullar para llamar su atención. El tigre se acercó y lamió con cuidado la zona como muestra de cariño, disfrutando del tenue ronroneo que soltó el gatito sincronizándose con el de él. En ese momento eran uno, ambos animales entregándose mutuamente en un lazo de absoluto amor y confianza.

Emilio se acomodómejor en la cama y llamó a Joaquín. El gatito se recostó cerca de su cuello,perdiéndose entre el abundante pelaje. El tigre siguió ronroneándole como si de una canción de cuna se tratara, lo acicaló y cuidó hasta que Joaquín se durmió. Emilio miró una vez más a su pareja antes de dormirse él también y juró que podría morir en esos momentos y decir que su vida fue plena y perfecta.