✨ XXI ✨

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El irritante sonido de la alarma lo sacó de su sueño

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El irritante sonido de la alarma lo sacó de su sueño. Molesto, apagó la alarma y volvió a dormitar un poco en lo que esperaba que sonara la segunda alarma. Se acurrucó mejor en su cama y disfrutó del contraste que hacían sus sabanas calientes con el frío y la humedad que entraba por la ventana.

Sintió a Emilio moverse a su lado hasta acercarse a él y recargar su cabeza sobre su pecho. Joaquín lo rodeó con su brazo y depositó un beso en su frente antes del volverse a dormir.

-No quiero ir a trabajar-Murmuró Emilio cuando la segunda alarma sonó- No creo poder sobrevivir en la empresa todo el día-

-Mmm- Balbuceó mientras alcanzaba su celular para callarlo- Creo que yo tampoco-

-Cinco minutos más-

Emilio enterró el rostro sobre su pecho y volvió a quedarse dormido al instante. Joaquín acarició su cabello mientras esperaba la tercera alarma. Los dos, como buenos felinos que eran, les costaba mucho despertarse, por ello programaban varias alarmas para evitar quedarse dormidos.

- ¿Crees que puedas llevarme hoy? -Preguntó Emilio entre sueños- No quiero quedarme dormido mientras manejo

-Si, sólo avísame diez minutos antes de que salgas para ir a buscarte con tiempo-

El alfa no contestó, muy probablemente había vuelto a caer dormido. Con cuidado apartó la cabeza de Emilio y la depositó con suavidad en la cama, apagó la alarma por milésima vez y se dirigió a la cocina. Pese a que a Emilio le correspondía preparar el desayuno ese día, Joaquín no pudo obligarlo a hacerlo, sobre todo porque sabía la cantidad de trabajo que había tenido en esas últimas semanas.

Encendió la cafetera y sacó unos huevos del refrigerador para cocinarlos. Tenía mucho que hacer ese día, un maestro se había accidentado dejando a su grupo sin coreografía para la presentación, así que ahora le correspondía hacerse cargo de ellos. Afortunadamente Alejo no había sufrido lesiones graves así que podría volver dentro de unos días. Joaquín se había sentido alagado cuando él le pidió el favor de enseñarle a su grupo porque le gustaba como montaba las coreografías. Joaquín aún se emocionaba al recordar que su mayor admiraba su trabajo.

-Gracias por dejarme dormir un poco más- Emilio entró en la cocina y se sentó con desgano en la silla, tenía el rostro más hinchado de lo normal, sus parpados se abultaban graciosamente alrededor de sus ojos dejando sólo una fina línea recta para que pudiera ver. Joaquín se preguntaba si realmente algo podía pasar a través de su visión casi inexistente.

- ¿Quieres que te prepare algo para almorzar o pedirás algo en el trabajo? -

-Por ti Soohyun me tiene amenazado y ahora no puedo saltarme el almuerzo-

-No puedo creer que haya tenido que llegar a ese extremo para que te alimentes bien- Joaquín le sirvió el desayuno y se sentó frente a él para comer el suyo. Emilio parecía desayunar dormido, mantenía sus ojos cerrado por completo y la lentitud con la que masticaba los alimentos hacía que la comida se quedara por más tiempo en sus mejillas abultándolas, parecía más un hámster alimentándose que un tigre.

-No quiero ir- Volvió a quejarse mientras se metía un pedazo de pan en la boca.

-Vamos Hyung, pronto será fin de semana-Trató de animarlo y de paso, animarse él también, porque tampoco le agradaba la idea de ir a trabajar tan temprano.

-El sábado también tengo que estar todo el día en la empresa-

Joaquín suspiró sintiéndose impotente por no poder ayudar a su pareja, el pobre parecía colapsar en cualquier momento y el tener que quedarse sólo observando sin poder quitarle la presión y el estrés de encima lo frustraba. Se levantó de su asiento y se dirigió hacia a él para darle un beso en la mejilla y masajearle levente los hombros que se encontraban rígidos y adoloridos por la mala posición en la que se mantenían todo el día.

-Si logras sobrevivir al domingo te daré un premio-

Aquello pareció levantarle el ánimo porque sus ojos por fin se abrieron, Joaquín quiso reír porque pese a que sus ojos se habían descubierto completamente, no quitaba el hecho de que estaban rodeados por dos bolsitas inflamadas alrededor de ellos, dándole un aspecto gracioso a la mirada profunda que Emilio siempre mantenía.

-Entonces tendré que vivir del café para poder llegar vivo al domingo y poder disfrutar de tu sorpresa-

-Entonces tendré que vivir del café para poder llegar vivo al domingo y poder disfrutar de tu sorpresa-

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Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora