✨Cuarenta y siete✨

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Joaquín lloraba con una tristeza que ni el mismo comprendía. Estaba acurrado en su nido mientras se untaba y protegía las prendas como si alguien fuera a apartarlas de él. Se sentía fatal, había despertado con unas náuseas y mareos horribles, ni si quiera había querido desayunar, estaba demasiado sensible con cualquier aroma que no sea el de su alfa. Empezó a hipar afligido cuando escuchó los lastimeros quejidos de Holly que se encontraba del otro lado de la puerta. Ese día se había denominado como un pésimo padre perruno, ni si quiera podía darle mimos a su bola de pelos porque su omega enseguida se alteraba y rechazaba el aroma invasor. 

-Aquí está el té de manzanilla Minnie-  Emilio entró luchando con Holly que trataba de pasar la barrera que había creado con sus pies. Depositó la taza en la mesita de noche y acarició dulce la espalda del omega que temblaba sin control. Joaquín lo miró por encima de las sabanas, sus ojitos estaban hinchados y su rostro se había sonrojado por el llanto. Emilio sintió el dolor y malestar a través del lazo, pero su tigre lo mantuvo en calma al compartir con él un sentimiento adicional que le avisaba que los síntomas de Joaquín no significaban peligro. 

-Me siento mal- Dijo con voz rota.

-Lo sé cariño- 

- ¿Crees que sean las bolas de pelo que olvidé expulsar? - 

El alfa se abstuvo de decir la reprimenda que picaba sobre su legua. No estaba enterado de que Joaquín se estaba tragando las bolas de pelo, otra vez. 

-No lo creo, ya las hubieras vomitado-  Emilio lo ayudó a sentarse sobre la cama. Acomodó las almohadas y colocó el cuerpo de su pareja sobre ellas para que pudiera quedarse en la posición sin ningún esfuerzo. Sostuvo la taza para que Joaquín pudiera dar pequeños sorbos hasta acabarse el contenido. El omega al terminar se hundió entre las almohadas y se escondió en su pequeña fortaleza de sabanas para volver a llorar sin razón aparente.

-Minnie- 

- ¿Sí? – 

Emilio entró en el montón de telas y se acomodó frente a él. Pasó sus pulgares por sus mejillas, limpiando las lágrimas que habían empapado el área. 

- ¿No has considerado que podrías estar en cinta? - 

Joaquín se hizo bolita y comenzó a hipar con fuerza. Por supuesto que lo había considerado, pero tenía tanto terror de ilusionarse y que al final todo sea una falsa alarma.

-Está bien amor, desahógate - 

Emilio lo atrajo hacia sus brazos y besó su sien intentando tranquilizarlo. Soltó feromonas arrullándolo, Joaquín estaba demasiado sensible, no quería que el estrés lo afectara. Aprovechó la cercanía para olfatear la zona del cuello, pero sólo encontró el aroma de su omega. Intentó no decepcionarse, el cambio de aroma no llegaba hasta las ocho semanas y según sus cálculos, Joaquín aún no cumplía con el tiempo establecido. 

-Vamos a descansar-  Besó la regordeta mejilla y acurrucó mejor a su pareja sobre su cuerpo, quien enseguida respondió abrazándolo con firmeza. Emilio acercó con el brazo la manta favorita de Joaquín tapándolo hasta dejarlo como un rollito relleno. 

-Cuando te sientas mejor iremos por las pruebas de embarazo- Le dijo al oído mientras acariciaba su espalda- No importa el resultado, yo estaré aquí a tu lado-

Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora