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Un tenue gemido salió de sus labios cuando por accidente rozó su miembro contra la superficie de la sábana

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Un tenue gemido salió de sus labios cuando por accidente rozó su miembro contra la superficie de la sábana. Había entrado en celo, y pese a que su omega chillaba y exigía estar junto a su pareja, su parte racional se negaba a interrumpir a Emilio mientras estaba en el trabajo, aunque no estaba seguro de poder mantenerse al margen por más tiempo. Se quejó frustrado mientras abrazaba con fuerza una de las camisas que le pertenecían a Emilio, pese a que estaba acomodado en su nido rodeado del olor del alfa, no lograba calmarse completamente.

Se odió a si mismo por no comprar sus supresores a tiempo, pero él no sabía que su celo se adelantaría unos días antes de lo que tenía previsto.

Se acarició a si mismo incapaz de mantener sus manos quietas. Pasó su pulgar por su glande y tembló ante la sensación. Soltó un jadeo cuando empezó a bombear el falo ansioso por calmar su calor. Sus dedos de la mano contraria bajaron por su cuerpo hasta encontrar su entrada que palpitaba por atención. Su cabeza cayó hacia atrás cuando acaricio la sensible piel. Dos dedos se adentraron y su cuerpo se sacudió levemente ante la intromisión, pero no era suficiente.

Imaginó que Emilio lo penetraba mientras sus dedos se movían por toda su cavidad. Pensó en las manos de su alfa mientras se masturbaba, sintiéndose cada vez más cerca, pero su cuerpo se negaba a ceder. Mandó todo al carajo, dejó de acariciar su pene y tomó su celular. Bastaron sólo tres timbres para que contestara.

- ¿Joaquín? -

La voz ronca del alfa provocó un temblor en él, causando que su entrada se contrajera y secretara más lubricante.

-Emilio- Su voz salió rota, necesitaba de su pareja. Sus dedos se adentraron más y tocaron aquella protuberancia tan sensible que se encontraba más hinchada debido al celo. -

¡Emilio! - Gritó incapaz de pronunciar otra palabra.

Curvó sus dedos una vez más y su cuerpo colapsó cuando presionó su próstata. Lloriqueó aferrando su mano a la sabana mientras su cuerpo sufría espasmos y llegaba al orgasmo. Sólo había necesitado escuchar la voz de su alfa para que su cuerpo reaccionara, ahora era un desastre de fluidos que temblaba y gimoteaba sin poder controlarse.

-Llego en diez minutos- Joaquín suspiró al escuchar a Emilio excitado. No debió haberlo interrumpido, sin embargo, no tenía ningún remordimiento por haberlo sacado del trabajo.

Tomó varias respiraciones para calmarse, agarró los pañuelos sobre la mesita de noche y se limpió el abdomen, planeaba descansar un poco antes de que Emilio llegara y su animal tomara el control.

Tomó varias respiraciones para calmarse, agarró los pañuelos sobre la mesita de noche y se limpió el abdomen, planeaba descansar un poco antes de que Emilio llegara y su animal tomara el control

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Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora