✨XXIII✨

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Al final Emilio no pudo sobrevivir a la semana

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Al final Emilio no pudo sobrevivir a la semana. Cuando él terminó su jornada del sábado por la noche, volvió a su casa con la cama como único objetivo en su mente. A penas tocó la superficie acolchada, su cuerpo se desvaneció por completo cayendo profundamente dormido, ni si quiera se había quitado el traje, Joaquín tuvo que hacer malabares para poder cargar el pesado cuerpo del alfa, cambiarlo y colocarle el pijama para que estuviera cómodo.

Joaquín empezó a preocuparse cuando dieron la una de la tarde del domingo y Emilio no parecía dar señales de despertarse pronto, inclusive le había picado con su dedo varias veces para ver si reaccionaba, pero lo único que obtuvo fue un balbuceo y un espasmo en su pierna que lo asustó.

Después de esperarlo durante una hora más se rindió, se cambió la lencería y las medias que llevaba puestas por una ropa más cómoda, tendría que cambiar sus planes y consentir a su pareja de forma diferente porque estaba seguro de que Emilio sólo tendría energías para comer, limpiarse y volver a dormir.

Preparó la bañera con agua tibia y echó una bomba de baño con olor a rosas, miró como las burbujas salían y tintaban poco a poco el agua, era placentero ver como el color se iba esparciendo por todo el contenido, era hasta cierto punto relajante.

-Hora de traer al tigre dormilón-

Fue a despertar a Emilio, el alfa dormía boca abajo con los labios semiabiertos provocando que un poco de baba se esparciera por la almohada. Joaquín lo movió hasta voltearlo, sacudió un poco su hombro y espero alguna respuesta, pero tal parecía que se rehusaba a despertar de su hibernación de un día entero.

-Emilio- Llamó suave, y aunque él no contestó si lo hizo una de sus orejas que se movió en dirección a su voz- Vamos amor despierta-

Joaquín acarició la suave oreja que se había movido curiosa, el animal había estado tan estresado que ni si quiera pidió permiso de salir, simplemente dejó escapar algunas extremidades cuando el humano había caído rendido en la cama.

-Levántate- Volvió a llamar mientras tocaba el abundante pelaje que sobresalía dentro del segundo par de orejas- Emilio- Alzó un poco su tono de voz, pero sin dejar de ser amable.

-Mmm-

-Vamos, ya dormiste todo el día, debes comer un poco-

-No, aún no es suficiente- Masculló.

-Sólo come un poco y date un baño, luego puedes volver a dormir lo que quieras- Joaquín se aceró a él y le depositó un casto beso en los labios que causó que Emilio sonriera aun estando medio dormido. El alfa alzó su boca pidiendo otro, Joaquín lo besó nuevamente disfrutando la humedad su boca contra la suya. Acarició sus labios con parsimonia y dejó entrar la lengua del contrario a su cavidad cuando acarició con la punta la superficie de sus belfos pidiendo permiso. Jadeó levemente cuando las manos de Emilio se colaron bajo su camisa rozando sus caderas, Joaquín empezó a creer que fue una mala decisión quitarse la lencería.

-Qué te parece si nos damos un baño y luego pasamos la tarde viendo películas mientras me das caricias en la barriga- -Alfa mimado-

Le acarició la nariz cariñosamente con la suya y se levantó de la cama mientras se quitaba su camisa dirigiéndose al baño, mostrándole adrede al alfa el delgado bóxer de algodón que llevaba puesto con un coqueto moño en el elástico. Tal vez no estaba usando su lencería especial, pero eso no significaba que no utilizara ropa interior del diario bonita.

-Será mejor que te apures antes de que el agua se enfríe-

A penas terminó de hablar cuando sintió como era levantado de suelo, Joaquín se aferró a su cuello mientras reía alegremente al sentir un sin fin de besos húmedos en su mejilla derecha. Pese a que el pronóstico estaba en contra, Emilio se había despertado juguetón, cosa que lo tranquilizaba bajando por completo su preocupación, puesto que era señal de que el estrés había abandonado el cuerpo de Emilio. Le dio un beso en el mentón y enterró su nariz en el cuello de alfa llenándose de su aroma, feliz de que el día había mejorado completamente

 Le dio un beso en el mentón y enterró su nariz en el cuello de alfa llenándose de su aroma, feliz de que el día había mejorado completamente

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Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora