✨ Siete ✨

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Emilio sostenía la mano de su pareja mientras veía como daba pequeños saltos emocionado por volver a su academia de danza

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Emilio sostenía la mano de su pareja mientras veía como daba pequeños saltos emocionado por volver a su academia de danza. Las vacaciones para Joaquín habían acabado y ahora tenía que volver a dar clases de contemporáneo. Pese a que regresaba cansado y con dolores musculares, Joaquín amaba su trabajo, y estar rodeado de niños lo hacía levantarse alegre para ir a trabajar. A veces Joaquín se sentía mal por no darle a Joaquin un hijo, pero ambos habían acordado que esperarían hasta que estuvieran completamente listos para tenerlo, ninguno de los dos quería traer un hijo al mundo y no saber como educarlo.

-¿Me pasarás a buscar o sales tarde hoy?- Joaquín le preguntó mientras buscaba entre su bolso su gafete. Aunque los guardias lo conocían, por seguridad de los estudiantes, tenían que identificarse todos los que ingresaban al plantel, sin excepción alguna. Hubo veces en los que el omega tuvo que regresar manejando como loco a su casa por olvidar el gafete.

-Es tu primer día, no voy a dejar que regreses sólo- Emilio lo abrazó y depositó un beso en la rubia cabellera de Joaquin. Acarició los rubios mechones y miró con tristeza que su cabeza no estaba adornada con sus habituales orejitas.

Joaquín al ser un adulto no debía estar en su transformación intermedia, puesto que era mal visto, sólo los niños al ser incapaces de controlarse, podían portar su forma animal y humana al mismo tiempo. A Emilio le molestaba que su pareja tuviera que esconder sus partes animales, sabía que era doloroso para él.

Joaquín en el pasado había tenido un accidente automovilístico y en consecuencia había sufrido daños en su columna, afectando la parte del sistema nervioso que se activaba cuando se daba la transformación humana completa, es por ello que Joaquín siempre se mantenía en su forma semihumana, al ser incapaz de estar sin sus orejas y cola sin que le duela todo el cuerpo. Sin embargo, en su trabajo se le era prohibido, debido a que los maestros no podían transformarse o mostrar alguna parte animal debido al alumnado que no era híbrido y para no ser un mal ejemplo para los que sí eran.

-Estoy un poco nervioso, este año me van a poner con un grupo más avanzado y no sé si pueda con ello-

-Minnie no tienes de qué preocuparte, eres el mejor instructor de esta academia, estoy seguro de que ellos te querrán- Respondió mientras apartaba un rizo rebelde que se deslizaba por la frente de Joaquín.

-Sólo lo dices porque eres mi novio-

-Tú sabes bien que no es sólo por eso- Joaquín sonrió y dejó un casto beso en los labios de Emilio. El tigre canturreo feliz mientras lo volvía a besar, la realidad es que no quería dejar ir a su omega, se había acostumbrado a tenerlo a su lado en las vacaciones, ahora los días en la oficina iban a ser verdaderamente aburridos y estresantes.

-Te veo al rato- Murmuró sobre los labios ajenos negándose a apartarse del contacto.

-Sé que tu tigre está inquieto, no te vayas a desquitar con tus empleados por favor- Comentó Joaquín con falsa preocupación, sabía que su alfa nunca trataba mal a su personal, por eso era muy respetado.

-No puedo prometerte nada-

-Entonces no habrá beso de despedida- Antes de que Emilio pudiera reaccionar, Joaquín ya se había escabullido de sus brazos corriendo hasta la entrada del edificio, el tigre en su interior se emocionó y se preparó para seguirle el juego a su pareja, pero para su desgracia los niños empezaron llegar, por lo obligó al felino a mantener la compostura.

-¡Esto no se quedará así Bondoni!- Joaquín lo miró y rio con ganas, el estómago de Emilio revoloteó al ver la hermosa sonrisa de su omega desaparecer sus ojitos detrás de esas regordetas mejillas. Estaba completamente perdido por aquel gatito y estaba feliz porque fuera así.

 Estaba completamente perdido por aquel gatito y estaba feliz porque fuera así

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Dulce Ronroneó Donde viven las historias. Descúbrelo ahora