Capitulo 1

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No podía creer como Ted había sido capaz de hacerme algo así. Siempre había confiado en él, aunque ahora todo me dice que él no tiene la misma confianza en mí y el simple hecho de pensar que la relación que solíamos tener no será la misma a causa de sus acciones, hace que me duela en el pecho. Por suerte, papá no se fijó de la tensión existente entre ambos cuando estuvimos los tres en el mismo cuarto, porque en ese momento no me sentía capaz de poder explicárselo todo.

—Phoebe... —Amanda, la esposa de Ted, me saca de mis pensamientos en el mismo momento en que el Lily, su pequeña hija, reía ante los diminutos sonajeros que tenía en sus rechonchas muñecas.

—Disculpa Amanda —murmuro, sintiendo como mis mejillas se encendían un poco ante la vergüenza—. Estaba pensando en algo.

—Puedo apostar a que sí —musita, sonriendo levemente—. Ted me comento lo sucedido entre ustedes —continuo, jugando con las pequeñas manitos de Lily—. ¿Cómo estás tú?

Aquella mirada azulada intensa de la cual se había enamorado mi hermano me escrutaba intensamente esperando una respuesta de mi parte. Respiro con profundidad y paso ambas manos por mis cabellos. Gesto típico de la familia.

—Molesta, herida... —musito finalmente, tomando a la pequeña Lily entre mis brazos. Ella, ajena a todo, volvió a carcajearse con el sonido de los sonajeros—. Nunca creí que Teddy fuera capaz de hacer lo que hizo y ya no se sí volveré a confiar en él como solía hacerlo.

—Phoebe, Ted solo lo hizo porque te quiere.

—Ya lo sé, ya lo sé... —suspiro y gimoteo un poco— es sólo que hubiese preferido que me confrontara de frente.

—Y si él lo hacía, ¿le hubieras dicho la verdad o le hubieses mentido? —pregunta, manteniendo la misma calma con la que siempre se ha mantenido.

Odiaba ese tipo de preguntas porque usualmente sabía que la respuesta no iba de mi lado. Amanda sonrió con levedad de nuevo y ataja una de mis manos entre las suyas.

—Tus papas no saben nada, ¿o sí? —pregunta con un poco de duda en el tono.

—¡No! —fue más como una respuesta automática que una exclamación—. Ni siquiera sé cómo decírselos y preferiría que Ted no dijera nada aún, no quisiera que se enterasen de alguien que no sea yo —añado, buscando, suplicando silenciosamente que Amanda me ayude con Ted.

—Hablare con Ted, no te preocupes —musita, leyendo mis pensamientos.

No pude evitar sonreír ampliamente. El saber que Amanda me ayudaría a mantener a Ted a raya me relajaba mucho.

—Gracias Amanda —digo sin poder ocultar mi sonrisa.

Me devuelve la sonrisa y tomo las manos de Lily, moviéndolas ligeramente, provocando que el sonajero hiciera esos típicos sonidos de las bolitas rodando entre ellas dentro de la pequeña esfera, arrancándole una nueva carcajada a la pequeña.

—Phoebe, ¿cuánto tiempo han mantenido esto oculto? —Sin dejar de jugar con su hija me pregunta—. ¿Por cuánto tiempo han estado viéndose a escondidas?

—Cuatro meses, casi cinco —musito, acariciando levemente el cabello de la pequeña Lily.

Mi respuesta la deja sin palabras y con la expresión de sorpresa en el rostro.

—Valla, es más de lo que esperaba escuchar —responde con sinceridad.

Lo que me provoca una liguera mueca en rostro. No puede ser difícil mantener cuatro meses de relación con alguien, lo sé por experiencias pasadas.

—No puedo tomar un bando entre tú y Ted, ¿entiendes eso, verdad? —Dice, tomando su anterior posición en el sofá—. Sólo te digo que estoy aquí y que deberías hablar con tus padres de esto —dice finalmente, dando a conocer su opinión, la cual respetó y entiendo.

—Sé que no puedes tomar bandos —musito, mirando a la pequeña niña que aún tengo entre mis brazos—. Ted es tu esposo y hablare con ellos después del acto de beneficencia del fin de semana.

El acto de beneficencia "Afrontarlo Juntos" el cual mi familia había fundado varios años atrás continuaba celebrándose todos los años y este era el primero al que por fin podía asistir.  Los años anteriores no había logrado asistir por la universidad y los viajes que realice a la India y a Italia también me lo habían impedido.

Reviso los planos de organización de las mesas en busca de Josh y lo encuentro varias mesas lejos de la nuestra, lo que me molesta en gran escala ya que Josh solía sentarse en nuestra propia mesa. Ted tendría algo que ver en esto, estoy segura de que es así. Me encamino hacia nuestra mesa cuando mi teléfono vibra levemente dentro de mi bolso de mano. Era un mensaje de texto.

—"Hola preciosa, estoy en camino hacia el acto. Te veo dentro de poco, muero de ganas por verte. Te amo."

Ese simple mensaje logra hacer que me olvide momentáneamente del hecho de que no se encuentra en nuestra mesa.

—"Hola cariño, cuando llegues házmelo saber. Necesito hablar contigo urgente. También te amo."

Después de que se hubo enviado el mensaje me asegure de guardar mi teléfono dentro del bolso. Revise una vez más la ubicación de las mesas y papá se detuvo a un lado.

—¿A quién buscas tanto, princesa? —pregunta, provocando que me irguiera de inmediato.

Aun con veintiún años, seguía llamándome princesa.

—A nadie —musito con velocidad debido a los nervios—. Solo veo si puede haber alguien a quien conozca además de la familia —sonrió con amplitud para tratar de mitigar los nervios que la mirada inquisidora que papá me daba en esos momentos no me hiciera decirle todo aun.

—Sr. Grey, Phoebe, es un placer volver a verlos —aquella voz tan insoportable rompe con la mirada de mi padre, provocando que se volviese hacia él.

Mathew McCall, quien posee un antifaz negro, tan o más sencillo que el de papá, nunca había sido de mi completo agrado y para papá tampoco. Algo que me alegraba infinitamente. Era hijo de un empresario con el que papá había realizado negocios anteriormente y para desgracia mía, se había obsesionado con la ridícula idea de que, de algún modo, terminaríamos emparejados. Algo que repudio con intensidad.

—Mathew —mi padre estrecha su mano con él como normalmente hace cuando saluda a alguien con el que no tiene mucho interés de compartir su tiempo: rápido, seco y algo tieso.

De mi parte, obtiene solamente una sonrisa.

—Es la primera vez que acudes al acto, ¿no es así, Phoebe? —pregunta Mathew, buscando un tema de conversación.

—Sí.

—¿Participaras en la recaudación para el baile? —pregunta luego, captando tanto mi atención como la de papá.

—No —responde papá por mí—. Phoebe no maneja muy bien la exposición ante mucho público —añade luego.

En ese aspecto me parezco un poco a mamá. No me gusta ser el centro de atención y no manejaría muy bien el estar de pie frente a toda la gente que sé que acudirá hoy al acto benéfico.

Una nueva vibración por parte de mi bolso me salva de aquel incómodo momento. Saco mi teléfono celular y miro la pantalla. Era un nuevo mensaje de Josh.

Las Sombras de mi PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora