Me meto en el vestido y subo el cierre, que desaparece tras el blanco de la tela y busco unos salones de tacones altos y negros. Busco en el joyero una pulsera fina de oro y los pendientes que me regalo Ted para completar mi atuendo para esta noche. Escojo un pequeño bolso de mano en donde puedo meter mi teléfono celular, las llaves de la casa y mi modero y desciendo las escaleras.
En la cocina, mamá y papá están sentados ambos en la amplia barra donde siempre nos hemos reunidos al momento de comer y ambos voltean a verme en cuanto entro.
-Cariño estás preciosa -la sonrisa cálida de mamá no es nada con lo que pueda compararse y siempre hace que me ablandé con ella.
-Gracias mamá -musito, acercándome a ella para abrazarla con fuerza.
-Sí, estás preciosa -musita papá en un tono de voz tan bajo que por un momento creo que solo es producto de mi imaginación.
Sin embargo, cuando me encuentro con sus ojos sé que me miran con cariño y admiración.
Solo soy capaz de sonreír mientras me lanzo a sus brazos y él me estrecha con firmeza.
-Gracias papá -musito finalmente y él besa cortamente mi frente.
El sonido del timbre hace que finalmente se separe de mí y yo me vuelvo hacia la puerta sabiendo que es Josh quien me espera del otro lado. Tomo mi bolso de la encimera.
-Ya debo irme -musito y mamá me guiña un ojos sin que papá se percate.
Papá asiente y vuelve a prestar atención a su BlackBerry.
-Cuídate cariño.
-Si mamá.
Cuando abro la puerta lo primero que veo es la hermosa rosa roja que Josh trae en una de sus manos y la fantástica sonrisa que posee. Su maravillosa boca dibuja una perfecta «O» y sus hermosos ojos me recorren de cuerpo entero con un brillo de júbilo total.
-Vaya, nena te ves asombrosa. Perfecta.
Yo no puedo ni siquiera agradecerle porque estoy completamente hipnotizada por la magnificencia que posee en ese traje de vestir negro. Elegancia y perfección es lo que refleja. Lleva una camisa blanca por dentro y la corbata negra con pequeños círculos blancos lo hacen ver completamente irresistible.
-Phoebe, cariño -musita, dando un paso hacia mí y percibo mi olor favorito en todo el mundo.
Emito un pequeño gemido de satisfacción sin poder evitarlo y el brillo en sus ojos se intensifica y la sonrisa en su rostro se vuelve aún más irresistible. El contacto de su mano contra mi cintura hace que finalmente salga de mi hipnosis.
-Hola -musita con suavidad, aun con esa maravillosa sonrisa-. Te ves asombrosa -repite.
-Gracias. -Recorro el contorno de la solapa de su americana hacia arriba hasta que alcanzo el contorno de su cara-. Tú también te ves perfecto.
-Ten, es para ti -dice, levantando la rosa al nivel de mi rostro y el dulce aroma de la rosa me recuerda al ramo que tengo en mi habitación.
-Gracias, es preciosa.
Cojo la rosa y me inclino hacia adelante y él viene hacia el encuentro de nuestros labios. Sabe a menta y a Josh.
-Antes de irnos, ¿confías en mí, verdad? -Pregunta y me deja un poco confusa, más sin embargo, asiento-. Bien, necesito ponerte esto -musita, sacando del interior de su bolsillo una venda negra lo suficientemente gruesa como para cubrirme los ojos-. Es parte de la sorpresa.
Lo miro un poco escéptica y finalmente accedo a que me coloque la venda. Me doy la vuelta y la venda aparece ante mis ojos. Los dedos de Josh acarician suavemente mi rostro a medida de que ajusta la venda y hace un nudo por detrás de mi cabeza no lo suficientemente ajustado no como para apretarme, pero si como para mantener la venda en su lugar.
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Las Sombras de mi Padre
RomancePorque cincuenta sombras no son faciles de olvidar. Prohibida la copia parcial o completa de esta obra. Parte de los personajes me pertenecen. Otros pertenecen a E.L. James. Todos los derechos reservados. ©2015, Catherine Perez Palma