La mañana en Grey House ha estado tranquila y los informes y llamadas han corrido a lo largo de toda la mañana por un buen camino. El teléfono que esta sobre mi escritorio suena con el tono de una llamada interna y pudiéndose tratar de papá, de Ros o de cualquier otra persona contesto.
-Buenos días señorita Grey, le habla Russel de la recepción -saluda una voz masculina, bastante joven y que no creo reconocer-. Hay un joven aquí abajo con una entrega usted, ¿desea que lo haga subir? -pregunta luego.
-Buenos días Russel, si por favor, hazlo subir -comento mientras pienso acerca de dicha entrega.
No recuerdo haber ordenado nada ni de haber pedido que me entregaran nada a la oficina. Cerca de cinco minutos más tarde escucho un pequeño golpe en mi puerta y me levanto sabiendo que ha de tratarse del chico de reparto.
Cuando abro la puerta lo primero que alcanzo a ver es un hermoso ramo con numerosas calas acompañadas de rosas rojas. Las calas son todas blancas, grandes y hermosas y las rosas rojas del color rojo de la pasión, hermosas y fascinantes y yo me quedo sin poder decir palabra alguna. Mis dedos rozan con delicadeza una de las calas y una de las rosas y el tacto suave y aterciopelado de ambas hace que quiera recorrer todas las flores por completo. Vienen acomodadas en una hermosa canasta.
El ramo baja levemente y me permite ver al hombre que las carga. Lleva una camisa blanca de mangas cortas con el timbrado de una floristería en la parte superior izquierda de la camisa. Me sonríe amablemente.
-Entrega para la señorita Phoebe Grey -comenta, mirando algo en la carpeta que logra sacar con dificultad del bolso.
-Sí, sí, soy yo -musito, aun un poco embelesada por la magnificencia del ramo y vuelvo a recorrer una de las calas con la punta de los dedos.
-¿Dónde le gustaría que las colocara señorita? -pregunta y me veo en la obligación de salir de la admiración que poseo con las calas.
-Oh cierto, disculpe. Puede colocarlas sobre el escritorio -musito y me aparto de la puerta para que pueda ingresar.
Tras dar un par de pasos dentro de la oficina y de yo apartar algunos papeles de la mesa, el repartidor deja el ramo de calas y rosas sobre el escritorio y toma una pluma que se encontraba sujeta a la carpeta.
-Deberá firmar aquí y habremos terminado -comenta, entregándome la pluma y señalando una pequeña línea punteada al final de la hoja.
Firmo rápidamente donde me ha señalado y él sonríe. Saca una caja de su bolso y me la entrega. Es una caja con una gran variedad de bombones de chocolates en su interior.
El hombre guarda la pluma y la carpeta dentro del bolso y lo acompaño hasta la entrada de la oficina.
-Gracias por todo.
-De nada señorita. Hasta luego.
Cierro cuando ya ha avanzado por el pasillo y me vuelvo hacia el escritorio donde el ramo de las calas y rosas resalta en todo su esplendor. Entre todas las flores, acomodada de manera específica encuentro un pequeño sobre y lo tomo. Dentro, hay una tarjeta con una linda impresión de flores y corazones y en el reverso, con una caligrafía perfecta y cursiva puedo leer:
Gracias, por los maravillosos y
mejores cinco meses de toda mi vida.
Te amo. Eres mi vida. Eres mi todo
¡Oh Dios mío! La felicidad, la emoción y las ganas de gritar fuertemente luchan entre ellas y ninguna parece dar tregua. Aun cuando no puedo verlo ni sentirlo mi cuerpo entero vibra y se estremece. Releo el contenido de la tarjeta y mi corazón palpita desbocado dentro de mi pecho. Tengo que obligarme llegar hasta la silla y sentarme o de lo contrario no soportaría estar mucho más tiempo de pie. Sonrió como una idiota mientras leo y leo la bonita letra de Josh y su hermoso mensaje.
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Las Sombras de mi Padre
RomancePorque cincuenta sombras no son faciles de olvidar. Prohibida la copia parcial o completa de esta obra. Parte de los personajes me pertenecen. Otros pertenecen a E.L. James. Todos los derechos reservados. ©2015, Catherine Perez Palma