La última semana ha resultado más difícil, más de lo que esperaba resultase ser. El simple hecho de haber tenido que ser la portadora de tan espantosa noticia para con los padres de Josh, solo logro que las lágrimas desbordaran con rapidez al escuchar el angustiado tono de Mike y el llanto descontrolado de Katy.
Habían llegado el mismo día que les di la noticia, ya que papá puso a su disposición el jet privado y no tardaron mucho en hacer uso de él.
Josh seguía internado en la UCI y me mortificaba saber que aún no habían logrado dar con el paradero del tal Jack Hyde, por lo que, sin poder evitarlo, la seguridad había aumentado en cada miembro de la familia. Había sido una orden de papá que ninguno se atrevió a reclamarle.
Ahora menos que nunca dejaba que mamá o cualquiera de nosotros, fuéramos por las calles de Seattle sin el acompañamiento de al menos cuatro hombres. Hombres que habían sido investigados y autorizados por Taylor.
En el hospital había el mismo ajetreo que logre ver aquel fatídico día y el cual había sido consecuente en los días anteriores. Parecía que nunca había tregua ni descanso para el personal que ahí laboraba. El ya escuchar ese ajetreo y el cómo eran llamados los doctores por el megáfono del hospital, solicitando su presencia en cualquier parte del recinto era algo común y normal; por lo menos para mí.
No hubo día durante la última semana en el cual no asistiera al hospital buscando noticias positivas sobre el estado de Josh, pero al irme, lo hacía siempre con el mismo desosiego y con las mismas palabras.
La sala de espera ya se había convertido en un lugar habitual para mí, para Katy y para Mike, así como para mis padres y para Ted, quienes me acompañaban una vez culminada sus jornadas laborales y muchas veces, la mayor parte del día y tiempo que podíamos pasar con él continuaba siendo esos treintas minutos.
—Señorita Grey, señor y señora Harris —la voz del doctor Knight provoca que deje de lado el libro con el cual pasaba mí tiempo en el hospital.
—Doctor Knight —mi cuerpo reacciona como un resorte al ver como se encuentra de pie, frente a nosotros en la sala de espera.
—Solo quería informales el avance del señor Harris y hemos tomado la decisión de pasarlo a una habitación fuera de la Unidades de Cuidados Intensivos, ya que ha respondido perfectamente al tratamiento y su mejoría en considerablemente satisfactoria.
Siento como la euforia y la felicidad por sus palabras recorren mi cuerpo con velocidad y mis ojos se llenan de lágrimas ante esas maravillosas noticias.
—En el momento en el que el señor Harris ya se encuentre instalado en su habitación, vendré a informarles —asiento sin poder ocultar mi sonrisa y el buen doctor Knight nos regala una amigable sonrisa antes de retirarse.
La emoción y la felicidad es tanta que no dudo en llamar a mamá para comentarle la noticia.
No han transcurrido ni dos tonos de su celular cuando escucho el momento en el que lo descuelga.
—Phoebe, cariño, ¿ocurre algo? ¿Está bien Josh? —pregunta con un deje de preocupación en su tono.
—Lo van a sacar de la UCI, mamá —musito y una pequeña risa se escapa del fondo de mi garganta—. El doctor Knight acaba de informarnos que van a trasladarlo a una habitación fuera de la UCI.
—Oh cariño, eso es maravilloso —la emoción en la voz de mamá hace que las pocas lagrimas que he estado intentando contener, desborden mis ojos finalmente—. Cariño saldré hacia el hospital.
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Las Sombras de mi Padre
RomansaPorque cincuenta sombras no son faciles de olvidar. Prohibida la copia parcial o completa de esta obra. Parte de los personajes me pertenecen. Otros pertenecen a E.L. James. Todos los derechos reservados. ©2015, Catherine Perez Palma