La habitación queda finalmente vacía y la mano de Josh aprieta la mía con suavidad. Tiene una suave sonrisa y el rostro completamente sereno. Es la primera vez, desde que está ingresado en el hospital, que estamos solos con su estado completamente lúcido.
Ha pasado casi una semana entera y Josh se ha recuperado poco a poco a lo largo de ella. Al principio, se negaba rotundamente a comer lo que le servían las enfermeras y mamá lo consentía, trayéndole comida cada vez que podía pasarse por el hospital. Luego, tuvo que conformarse, ya que era mejor a que comiera y así mejorarse con rapidez.
—¿Cómo te sientes? —pregunto.
Se lleva mi mano hasta los labios y la reposa ahí por unos minutos antes de apoyarla sobre su pecho, encima de lado del corazón.
—Mejor. —Musita aún con esa encantadora sonrisa.
Me inclino hacia él y sus labios obran ese extrañó magnetismo por el que siempre me he sentido atraída.
—Me asustaste mucho —musito y siento como la fuerza en el tono de voz se me va quebrando poco a poco—. Cuando escuché los dos estruendo tenía los ojos cerrados y no quiera abrirlos porque sabía que no me iba a gustar lo que me encontraría si lo hacía —su sonrisa ha desaparecido y ahora tiene una expresión afligida en el rostro—. Y cuando te vi ahí, tirado en piso, y a duras penas pudiendo hablar o moverte, sentí como el mundo se me venía encima.
—Lo siento preciosa.
—No vuelvas a asustarme así Josh, nunca. —Asiente levemente con la cabeza y vuelve a llevarse mi mano hasta sus labios—. No soportaría de nuevo la incertidumbre.
—Te lo prometo, aunque haré todo lo que esté a mi alcance para protegerte siempre.
—Josh...
—No, escucharme, tu eres mi razón de vivir —musita, con la determinación reflejada en la voz.
—Y tú la mía, Joshua Harris.
—Te amo Phoebe, te amo y sé que aún tenemos mucho de qué hablar, pero no me concibo una vida sin ti.
Los golpes en la puerta interrumpen nuestra conversación y después de unos segundos el doctor Knight aparece detrás de la puerta.
—Permiso —musita antes de ingresar por completo.
En una de sus manos trae la particular carpeta en donde se encuentra el historial médico de Josh y su evolución a través de los días.
—¿Cómo se siente señor Harris? —pregunta, deteniéndose a su lado.
—Mucho mejor doctor.
—Y me alegra decir que sus últimos exámenes dicen lo mismo.
—¿Eso quiere decir que ya me puedo ir a casa? —pregunta sin poder esconder la emoción que siente por dentro.
—Una vez el papeleo esté orden y de que yo le de las indicaciones que debe seguir al pie de la letra.
Si no fuera por la presencia del doctor y por la vía que tiene en el brazo, sé que Josh se hubiera parado y brincado de la felicidad. Justo como me siento yo en estos momentos. Saber que por fin podré llevármelo a descansar a casa, donde me asegurare de que este más seguro y protegido que nunca, me hace querer bailar de la felicidad.
—Bien, si, papeleo, ¿cómo lo ponemos al día? —pregunta con una amplia sonrisa y el buen doctor Knight sonríe mientras niega despacio con la cabeza.
—El señor Grey ya se está encargando de eso —responde.
Al ser papá la persona que se encargó del papeleo cuando Josh ingreso al hospital, me he de imaginar que tiene que ser él quien se encargue de dejarlo todo en perfecto estado.
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Las Sombras de mi Padre
RomancePorque cincuenta sombras no son faciles de olvidar. Prohibida la copia parcial o completa de esta obra. Parte de los personajes me pertenecen. Otros pertenecen a E.L. James. Todos los derechos reservados. ©2015, Catherine Perez Palma