Era viernes por la tarde y me encontraba encerrada en mi apartamento sin mucho ánimo de realizar alguna actividad, ni de salir. Mis compañeros de clase habían decidido salir esta noche, aprovechando el fin de semana y el que no teníamos ninguna actividad pendiente para la semana siguiente pero yo sencillamente no tenía ganas de salir esa noche.
Hace unas semanas que he vuelto al campus tras haber sido convencida por toda mi familia de que lo hiciera. Después de todo, tan solo me quedaban pocos meses para finalizar la universidad y luego podría volver a casa definitivamente. Trabajaría con papá y Ted en Grey House. Eran las cinco de la tarde cuando un golpeteo en la puerta principal hizo que me levantara del sillón a ver de quien se trataba.
-Camile, por décima vez, no tengo ganas de salir hoy -dije, mientras abría la puerta pensando que se trataba de mi compañera de piso, quien era más insistente que nadie en este mundo.
-Vaya, entonces no podré contar contigo como guía turística... -comenta una voz masculina y el hombre en cuestión hizo una mueca.
-¡Josh, ¿Qué haces aquí?! -pregunto con entusiasmo al mismo tiempo que lo abrazaba con fuerzas.
Josh era el mejor amigo de Ted desde que se conocieron en la universidad y había hecho que la familia entera le agarrara cariño.
-Bueno, tengo un pequeño caso aquí y pensé en venir a saludarte -respondió con una amplia sonrisa.
-Pasa, pasa -me aparto de la puerta para permitirle la entrada.
-Además, un pequeño pajarito me dijo que estabas un poco deprimida porque extrañas a toda tu familia -añadió realizando esa mueca que tiene de torcer el labio hacia arriba-. Pensé que, además de animarte y hacer que diviertas un poco, podías ayudarme a conocer un poco el sitio.
Se sienta en el sillón de la sala en cual había estado minutos antes.
-¿Ted te lo dijo, cierto? -Pregunto, dirigiéndome a la cocina-. ¿Quieres algo de beber?
-Agua está bien -responde y espera a que yo vuelva.
Le entrego el vaso y me siento a su lado. Lo veo beber un largo sorbo de agua antes de apoyar el vaso sobre su muslo y volverse hacia mí.
-Sí, estaba preocupado porque estuvieras aquí sola después de la charla que mantuviste con tus padres -comenta y vuelve a hacer esa mueca de levantar un lado de su labio hacia arriba-. Cuando hablamos y supo que vendría me pidió que pasara a verte.
Vuelve a beber de su vaso de agua.
-Aunque no hice mal en venir, ¿no? -Pregunta un tanto divertido-. Prácticamente me habías corrido sin saber que era yo -añade y yo me sonrojo de la vergüenza.
-En mi defensa debo decir que Camile llevaba insistiendo con que fuera con ellos esta noche -le digo y Josh sonríe con amplitud-. Casi nunca acepta un no como respuesta y puede ser muy exasperante en ocasiones.
-Entonces, qué dices, ¿me mostraría el lugar y los alrededores? -pregunta, con una sonrisa de niño pequeño con juguete nuevo y no encuentro la manera de poder decirle que no.
-De acuerdo, deja que valla por mi abrigo y me cambie de calzado.
-¡Sí! -exclama al mismo tiempo en que levanta el puño en señal de victoria.
Rio ante su gesto y me coloco de pie para dirigirme a mi habitación. En mi armario, cojo un abrigo negro algo largo pero delgado que sé que me abrigara bien y busco mis botines negros de tacón ancho. Tomo mi cartera y salgo, encontrándome a Josh observando unas cuantas fotografías que tengo en un estante.
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Las Sombras de mi Padre
RomancePorque cincuenta sombras no son faciles de olvidar. Prohibida la copia parcial o completa de esta obra. Parte de los personajes me pertenecen. Otros pertenecen a E.L. James. Todos los derechos reservados. ©2015, Catherine Perez Palma