Capítulo 33

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Después de descansar un poco y de comer algo, Harrison y Sanders nos llevan hasta el centro de Aspen.

Los edificios, en su mayoría, son todos de ladrillos y conservan la estructura original. La nieve y las luces de la pequeña ciudad crean un espectáculo que incita a ser visto y muchas personas caminan tranquilas por las alumbradas calles. Sanders y Harrison caminan detrás de nosotros sin agrandar mucho la distancia, dándonos aún así, la privacidad que necesitamos.

Hay una gran cantidad de tiendas, que van desde las casa de moda de alta costura hasta aquellas que son de pequeños empresarios, permitiéndole a los visitantes una diversa gama para elegir.

En una de las vitrinas veo un pequeño adorno que se, le encantaría a mamá y sin perder el tiempo, jalo a Josh hacia el interior de la tienda. Un señor de avanzada edad nos recibe cordialmente detrás del mostrador.

Otro joven le acompaña dentro del establecimiento.

—Buenas noches, ¿podría, por favor, mostrarme el pisapapeles que tiene en la vitrina? —pregunto al señor mientras Josh da vueltas alrededor de la tienda, viendo los demás artículos—. El de la señora en el sillón.

Me sonríe antes de hacerle una seña al joven y este se acerca hasta la vitrina para poder tomar la pieza y dejar sobre el mostrador.

Josh se detiene a mi lado y al ver la pieza sabe que es para mamá.

—Es para tu madre, ¿no es así?

Asiento con una sonrisa. La pieza, se trata de una mujer joven sobre un cómodo diván. En sus manos tiene un libro que, por la expresión de su rostro, le apasiona y es la misma expresión que le he visto a mamá cuando trabaja.

Es perfecto, sobre una base de caoba, de plata con pequeños destellos de oro. Sencillo pero elegante.

Justo como mamá.

—Quiero esta pieza.

El hombre, feliz por la compra, no tarda en realizar el cobro y después de envolverla con cuidado, la mete dentro de una linda caja.

Salgo feliz y satisfecha y continuamos con el recorrido en las bonitas calles de Aspen. La noche cae rápidamente y comienza con una pequeña nevada que tiñe todo de más blanco. La gente comienza a buscar un refugio cálido donde conversar y nosotros los imitamos en cuestión de segundos.

Entramos a Paradise Bakery & Coffe y el lugar es confortable y da la sensación de sentirse como en casa. Una barra larga y ancha se encuentra frente a la entrada y del lado izquierdo hay varias mesas de madera con cuatro sillas para su uso.

Al fondo, una pared de piedra combina perfectamente con la estructura y las decoraciones.

Me acomodo en unas de las mesas disponibles mientras Josh se encamina hasta la barra para hacer el pedido. La gente conversa animada sobre sus días y los planes que tienen para los siguientes y me contagio de la felicidad que transmiten.

Pasados unos minutos, Josh regresa a la mesa con dos tazas aumentes entre sus manos. El mocaccino esta calientito, dulce y con la crema batida en su punto. Agradezco el que Josh me conozca como lo hace. Deja su taza sobre la mesa y regresa hasta la barra en busca de un pequeño plato con unas cuantas galletas. Son de arándano y hay unas cuantas con chips de chocolate.





Las Sombras de mi PadreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora