Es increíble la velocidad con la que transcurre el tiempo. No puedo creer que ya hayan pasado dos meses desde que Josh y yo nos establecimos en el apartamento. Aunque había resultado un poco difícil, logramos amoldar nuestras rutinas y funcionábamos a la perfección. Nos turnábamos para realizar la cena y el almuerzo y agradezco el que siempre me gustara cocinar junto con mamá o con Gail y supongo que Josh le agradece a Katy por haberlo enseñado por igual. Cuando no estamos muy cansados salimos para distraernos y no caer en la rutina que suele desmoronar a muchas parejas a largo plazo y disfrutamos de la compañía del otro, como siempre lo hemos hecho.
La relación con mi familia sigue un poco tambaleante. No he visto a la mayoría de ellos desde el incidente ocurrido en la casa de mis abuelos y solo mantengo una charla constante con mamá.
Con papá y Ted, a pesar de verlos todos los días en Grey House, las cosas no han avanzado y me lamento lo testarudos que son por no admitir que se han equivocado, y la última vez que lo hicieron fue algo que no pienso pasar por alto con tanta facilidad.
Hoy a resultado ser un viernes agotador y apenas llegamos al apartamento realizamos la cena entre los dos. Disfrutaba de como Josh convertía esa simple actividad en algo divertido y ameno y ambos terminábamos un poco más cansados; yo tratando de huir de él y él, tratando de alcanzarme por todo el apartamento. Todo eso, sin que la cena se nos terminara quemando.
Luego de cenar nos acostamos a disfrutar de la programación basura que estaban transmitiendo y en algún momento de la noche comenzó a llover a con gran intensidad. El aire frió se colaba por la ventana de la habitación que se encontraba abierta y yo solo quería acurrucarme más contra el cuerpo cálido de Josh.
Una ráfaga de aire frió me despertó a mitad de la noche y maldije ligeramente en mi interior por habernos olvidado de cerrar la ventana. Estire la mano en busca de Josh pero me encontré el lado de su cama vació y aquello me despertó casi por completo.
Lo encontré sentado en una pequeña silla que se encontraba frente a la cama y me extraño mucho aquello. Encendí la lámpara que reposaba sobre mi mesilla de noche y me frote los ojos, tratando de despejar el embotamiento que me causaba el sueño
La expresión de Josh termino por despejar cualquier indicio de sueño que pudiera quedarme y me coloco en un estado de alerta. Lucia cansado, triste y derrotado. No me gustaba en lo absoluto aquello.
—Josh, cariño, ¿Qué sucede? —me senté en la cama y él pareció salir de la nebulosa que se formaba en su mente porque poso su mirada sobre mí.
Tenía un velo de lágrimas en los ojos y eso fue mi detonante para que finalmente me pusiera de pie.
—Josh, ¿Qué ocurre?
Me acerque hasta donde se encontraba y él se colocó de pie también, alejándose un par de pasos.
Me asuste por su rechazo y lejanía.
—Tengo que irme. —Murmuro, bajando la mirada, escondiéndola de la mía.
—¿De qué hablas? ¿Por qué tienes que irte? ¿A dónde tienes que irte?
Negó despacio y se pasó ambas manos por el rostro.
—Tengo que marcharme —repitió y vi como apretaba ambas manos a su costado—. Solo tengo que marcharme lejos de ti —murmuro bajo, quizás esperando a que yo no lo escuchara.
La seriedad con la que lo dijo me causo un escalofrió y todo el frió que hacia escasos unos momentos atrás me invadió por completo.
—Josh...
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Las Sombras de mi Padre
RomansaPorque cincuenta sombras no son faciles de olvidar. Prohibida la copia parcial o completa de esta obra. Parte de los personajes me pertenecen. Otros pertenecen a E.L. James. Todos los derechos reservados. ©2015, Catherine Perez Palma