Prólogo.

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— ¡Pobre chica!

—La hizo llorar frente de todos.

— ¿Cómo pudieron salir juntos?

Kaminari no escuchaba los rumores en la universidad. Porque número uno, la vida de los demás no era de su incumbencia. Número dos, la mayoría de los rumores eran distorsiones y exageraciones de la verdad. Número tres, los rumores de universitarios eran aburridos comparados con lo que era su vida actual tan movida e increíblemente cambiante.

Por eso, hacía oídos sordos a las palabras burlonas y mal intencionadas cuando caminaba hasta su salón de clases a toda la velocidad que le permitían sus cortas piernas e iba pensando en la excusa que pondría a su profesor en caso de no llegar a tiempo.

Desgraciadamente, aquel día la fuerza del destino no estaba —o quizás sí— de su lado.

El rubio termino haciendo colisión con alguien alto y fuerte que lo mando derechito al suelo, de paso, haciendo volar todas sus cosas por los aires.

— ¡Oh, lo que me faltaba! —se quejo el rubio juntando sus papeles y dirigiendo una mirada desesperada a su atropellador gigante — ¡Amigo, no te quedes ahí parado y ayudame! ¡Voy a llegar tarde! ¡Al menos recoge esos papeles y mis lápices! ¡Rápido, rápido!

El desconocido se vio desorientado por unos segundos pero luego se agachó en el piso y le ayudo a recoger sus cosas, sus papeles tirados y esparcidos por doquier. Los ordenaba entre sus manos a diferencia del rubio quién los levantaba con desenfreno y los arrugaba al llevarlos hasta su pecho.

—Lo siento por haber chocado contigo, aquí tienes —se disculpo el extraño.

—No importa, no importa. Es mí culpa por venir tan apurado —le resto importancia Denki poniéndose de pie y tomando los papeles que le pasaba el contrario — ¡Muchas gracias!

El de ojos dorados metió lo papeles en su mochila y miro al desconocido una vez. Tenía el cabello mitad rojo, mitad blanco, una cicatriz cubriendo el lado izquierdo de su rostro. Ojos de colores fríos, uno gris y el otro azul. Una figura atractiva, como un deportista pero sin una musculatura exagerada. Estaba vestido de forma cómoda con una camisa blanca junto con un jean azul y zapatillas negras pero aún así lucía elegante.

Muy atractivo. Demasiado.

El rubio hubiera coqueatado con el extraño joven si no fuera por su clase apunto de empezar. Así que solo le sonrió una vez más y lo rodeo para seguir por su camino.

Sin darse cuenta que una de sus pertenencias —la más valiosa de todas— no estaba con él.

Clases de noviazgo [TodoKami]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora