3. Quiebre

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El sabor amargo en su boca estaba acompañado del dolor de estómago. Al principio no sabía de qué se trataba aquellos síntomas, pero con los meses supo que era parte de las consecuencias de sufrir ansiedad por mucho tiempo. Claro, también podía ser por un exceso de café en su sistema. Tweek ya había aceptado que jamás se podría deshacer de aquel malestar.

La noche anterior había llorado de ira hasta quedarse dormido, lo que significaba que había estado despierto más de lo debido y ahora solo quería volver a esconderse entre sus sábanas nuevas hasta que el sol calentara la tarde.

—Intenta no ensuciar la venda, podría llegar a infectarse —dijo su madre mientras pegaba el final de la tela blanca con una cinta; dejándola totalmente fija a su brazo. Luego solo se quedó mirándolo sin ningún movimiento. Tweek supo que quería decirle algo, pero le costaba un horror soltar las palabras que su mente formulaba. Fue así hasta que carraspeó en un intento de disimular y se fue a lavar las tazas sucias que dejó el desayuno—. ¿De verdad sigues siendo amigo de Craig?

El rubio no se esperaba aquella pregunta. Era la primera vez en años que su madre comenzaba a darse cuenta que ya no era amigo de Craig, pero lo más increíble era que nunca notara que ni siquiera poseía un solo amigo.

Era un chiste. Parecía que su madre no le importaba su difícil existencia.

—Craig es mi novio, madre. ¿Cómo es que no lo recuerdas? —mintió con un tono exagerado en su voz, ni siquiera disimuló al reír a carcajadas por la aberración que acababa de decir.

Ella lo miró confundida y hasta ofendida, pero Tweek ya no tuvo estómago para seguir allí con esa mujer que parecía una desconocida y no su madre biológica. Incluso podía ser mejor ir a clases que soportar las estupideces que sus propios padres piensan de él. A veces hasta dolía menos.

—Wow, tus orejas están tan rojas —fue el primer comentario que dijo Butters al entrar al aula

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—Wow, tus orejas están tan rojas —fue el primer comentario que dijo Butters al entrar al aula.

No trató de bajar su tono de voz y ahora Tweek tenía enfermiza sensación de estar siendo observado por todo el curso. Ni siquiera Butters o Kyle parecían tan rojos por el frío como él a pesar de ser los más blancos, pero era claro el por qué. No tenía suéter ni ningún abrigo que lo ayudara a enfrentar el invierno. Debía considerar comprar ropa nueva y útil, no como la vieja camisa que parecía solo un estropajo. Además, era verdad que no tenía sensación en la fina piel de sus orejas; estaban congeladas.

La última vez que había conseguido algo nuevo era inevitable que todos lo notaran, no era el típico verde de siempre, sino una camiseta lila. Muchos lo elogiaron por el cambio; pero Craig no opinaba lo mismo. Se la quitó en plena calle y nunca más la volvió a ver. Ese día tuvo volver con el torso desnudo a casa y luego soportar el regaño de sus padres.

Lo pensó mejor, quizás sería mejor continuar con su ropa de siempre.

—No lo había notado, ¿qué le ocurrió a tu brazo?

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