32. II. Final

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El cansancio se notaba profundamente en las ojeras rojizas de Tweek. Cuando despertó, nunca habría imaginado lo que iba pasar el resto del día.

Junto a Clyde tuvo que estar algunas horas en la estación de policía para contar todo lo que había vivido desde el momento en el que entró a la fiesta, eventualmente tuvo que contar lo ocurrido con Pete y Clyde comentó lo que ocurrió después.

Tweek lo observó en detalle, le era difícil creer que Clyde había hecho una acción buena con él. Pero suponía que todo era por su amistad con Craig. De todos modos, se sintió agradecido por haberlo salvado de algo que probablemente arruinaría su vida.

Ya con el hecho de saber lo que pudo haberle ocurrido, sentía un nuevo trauma en su mente. Le fue difícil procesar que alguien que había sido cercano, casi como un amigo, habría querido usarlo de tal forma para vengarse.

—¿Estás seguro que no hubo abuso? ¿No sientes alguna incomodidad en tu cuerpo aparte de los raspones?

Tweek negó con la cabeza, era incómodo buscar algún dolor en esas zonas. Le era inevitable pensar en el gótico tocándolo con total libertad, sintió asco.

—Por lo ocurrido con tu amiga, tendrás que hacerte algunos exámenes para confirmar la droga que usaron contigo —dijo, el hombre parecía un poco amargado por los sucesos. —Tendrás que decidir, si denuncias a Pete por intento de abuso o si lo ignorarás. Solo ten en cuenta que la justicia no le hará nada.

Era evidente que iba a ocurrir aquello, aún eran menores de edad. Una denuncia significaría un chisme más para la escuela, también sabía que incrementaría el odio de Pete. Tweek no mentiría, tenía miedo, pero era capaz de defenderse solo si volvía a acercarse. No volvería a ir a fiestas, no le agradaban en absoluto.

Esperaba que Bebe pensara de la misma forma que él. Aunque al parecer no habría abuso como pensaron al inicio, sino que había tenido relaciones consensuadas, la encontraron inconsciente en el bosque por una mezcla de drogas. Lo perturbador fueron las diferentes cortaduras en sus brazos y piernas, lo habían hecho con una hoja Gillette, por lo que tuvieron que colocarle puntos de saturas.

No estaban seguros de cuánta sangre había perdido porque al parecer habían chupado sus heridas y no habían manchas en la escena.

Tweek tembló cuando vio la aguja acercarse a su brazo, normalmente era estresante, pero ahora sumaba todos los hechos ocurridos en la noche y era aún más agobiante. Fue peor cuando tuvo que quitarse la ropa para que un médico examinara su cuerpo en su totalidad.

Había tenido mucha suerte.

Pero no se sentía afortunado, había una herida nueva en su mente. ¿Cómo podría volver a confiar en las personas que no eran cercanas? Miró a las personas que estaban ocasionalmente en el hospital, todos parecían posibles criminales. Personas que podrían lastimarlo en cuanto le quitara la mirada de encima.

Sabía que estaba mal pensar de esa forma.

Se detuvo en momento en el pasillo, respiró profundo, contó algunos segundos y exhaló el aire lentamente. Sin embargo, el temblor en su cuerpo no se detuvo en absoluto. Algunas lágrimas rodaron por sus mejillas mientras perdía la fuerza en sus piernas.

Habría podido salvar a Bebe si hubiera podido hablar cuando Clyde lo encontró, pero no era consciente ni de su propia existencia. Incluso mientras dormía, había estado tranquilo, ni siquiera se le cruzó por la mente su amiga.

Unos brazos lo rodearon por los hombros, Tweek olió el aroma del desodorante en su cuerpo y el de la pasta dental en su aliento fresco. Apoyó su rostro contra el pecho, las lágrimas ahora eran un llanto ahogado.

No te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora