7. Mantequilla

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"-Vas a volver a brillar. Quizás no hoy, pero sé que lo harás y espero que pienses de la misma forma que yo. Fue un golpe de la vida y te traumaste, todas las personas sufren traumas, ahora solo debes centrarte en sanar esa herida sin importar el tiempo que lleve. ¿De acuerdo?"

Tweek se sintió abrumado. Apretó el pequeño frasco con pastillas que le había dado el psiquiatra y finalmente asintió. No le gustaba nada la idea de tomar psicofármacos porque no estaba seguro que le hicieran sentir mejor. Pero no tenía nada que discutir, había tenido que ir allí y debía seguir los consejos que le daban. De todos modos, ¿De qué forma podría empeorar?

Salió del consultorio sin abandonar sus pensamientos y casi choca con una chica rubia. Sus ojeras la hacían ver tan demacrada como él se veía ahora. Ella lo miró brevemente, pero se apresuró a entrar a aquel cuarto sin importar que chocaran sus hombros. Le llevó un poco de trabajo a Tweek recordar que se trataba de Annie.

No le sorprendía que ella estuviera allí. Todo el mundo sabía cuan enamorada estaba de Craig y de la forma en la que este le correspondía.

Al caminar por la calle, con el sol apagado de la mañana, no pudo evitar lo extraño que se sentía ser el único adolescente entre tantos adultos. Se suponía que debía estar en clases a esa hora, pero no podía decir que se sentía mal por no asistir a pesar de todo. Le gustaba respirar esa libertad que sus padres casi alegres le deban, ¿alegres? Desde que dejó de asistir sus padres mejoraron su humor al punto de hacer sentir a Tweek de nuevo en su casa de infancia.

¿Todo el malestar se debía a haber guardado silencio?

Tweek no podía no sentirse un idiota. Ni él mismo sabía en qué momento todo comenzó a tornarse tan oscuro entre sus amigos que quedó aislado y siendo atacado por ellos constantemente. Después del accidente con Craig habían conversado y le habían dicho que lo aceptaban, no era extraño que se alejaran, pero Tweek no entendía en qué momento empezaron a odiarlo hasta aquel punto.

Stan debe ser un completo loco como para creer que le gusta a Craig.

-¿Quieres comer algo, cariño? -le preguntó su madre cuando lo vio entrar a la cafetería.

Le dijo que sí cuando se puso detrás de la barra para encargarse de la caja. Tweek llevaba días pensando en que podría quedarse allí por siempre, ya que para servir café no necesitaba ningún estudio ni mucho menos ir a la universidad. Además, sus padres nunca lo echarían de ese trabajo. Pensó en que quizás sería mejor esperar un año para volver, sería como un año sabático.

Pero sabía lo triste que era no tener nada que hacer después de trabajar. No podía solo depender de que Butters lo invitara a salir cuando tuviera un rato libre.

Estuvo la mañana entera y gran parte de la tarde usando el celular, comiendo y cobrando las comandas. Sus padres solo lo dejaron hacer lo que quisiera, ni ninguna orden ni tampoco tener que atender alguna mesa.

-¡Tweek! -gritó Butters con una sonrisa. Había aparecido de improvisto y Tweek sintió emoción de verlo allí.

-¿Qué hay Butters?

-¿Puedes acompañarme a comprar ropa? Mamá me dio dinero.

A Tweek le pareció gracioso verlo casi saltando de emoción, sabía que lo gastaría en algún regalo para su novio. Todo lo que implicara a Kenny lo hacía ponerse así de radiante.

-¿Ropa? -preguntó su madre que se había acercado a curiosear. Entonces metió la mano en el compartimiento secreto de la cafetería y sacó algunos billetes, de esos que tienes que esconder por si algún ladrón decide entrar, y se los entregó a Butters en un rollito-. Cómprale todo lo que puedas a Tweek, por favor. ¡No puede seguir vistiendo como un indigente! Pueden gastar todo si quieren.

No te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora