16.

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Su respiración era pesada, un desconocido miedo golpeaba su interior. No le gustaba para nada encontrarse en un callejón a esas horas oscuras de la noche, las sombras se movían dando la sensación de estar siendo observado por seres crueles.

Tweek creía que conocía el lugar, pero no sabía donde se encontraba o donde ir. Parecía encontrarse en un South Park modificado especialmente para que se perdiera en él, para que algo doloroso le ocurriera en cualquier momento.

De pronto, hubo llanto. El llanto de un niño ahogado por el dolor. Tweek volteó en la dirección de dónde provenía la voz, en solo un par de pasos halló a un pequeño con el rostro ensangrentado, solo el chullo azul le advertía a Tweek de quién se trataba. Quiso ignorarlo, pero su voz se hacía cada vez más sonora la cabeza del rubio.

Si Craig alguna vez lloró, nunca había hecho tanto ruido. Sin embargo, era entendible por las aberturas en la piel de su cara y los moretones que lo deformaban. Tweek le tenía miedo, así como también le temía a lo que sea que le haya ocurrido.

—¿Por qué me dejaste solo, Tweek? —le gritó con esa voz gruesa que tenía él ya desde niño.

EL rubio sintió escalofríos, ¿él lo había abandonado? Inmediatamente se culpó de todas sus heridas, no había sido capaz de cuidar a Craig y ahora estaba herido.

—Lo siento, Craig. Ya no llores, va a dejar de doler pronto —trató de mantener la calma a pesar de la desesperación creciente que lo ahogaba.

Quería cuidarlo, quería proteger a Craig, pero parecía ya no ser algo que pudiera hacer. Ya estaba demasiado lastimado como para cuidarlo. Tweek atrajo al niño con sus brazos, cuada vez su voz era más baja al punto de ser inaudible.

El silencio parecía perturbar más a Tweek que sus gritos.

Comenzó a sentir un líquido recorrer su abdomen, se separó de Craig para observar una gran cantidad de sangre manchando su ropa. Tweek se sintió confundido, entonces observó con más detalle al niño; este ya estaba muerto. Sus ojos se desorbitaron, un líquido negruzco brotaba a mares de su boca y abdomen.

¿Lo había matado? Tweek tembló y un llanto irreconocible salió de su boca ante la culpa de lo que acababa de suceder. Su mente nublada trató de buscar las pruebas de su asesinato, no había ninguna, pero tampoco se convencía de que era inocente.

Oh, Dios. Cómo podría decirle a alguien que Craig estaba muerto por su culpa.

Los pensamientos se mantuvieron aún cuando despertó. Observó las pastillas en la mesita de al lado de su cama, se había propuesto así mismo dejarlas por algún tiempo para evitar la dependencia a ellas, pero parecía que ya era tarde. Tweek se negó a tomarlas. Se levantó de la cama y fue directo a la cocina para remediar su pesadilla de alguna forma, la causa era probablemente los mensajes de la noche anterior.

Craig se las arreglaba para perturbarlo de una u otra forma.

Horneó un mini cake de chocolate y lo decoró con crema azul y lila que simulaban la galaxia, con la misma masa hizo dos cupcakes que decoró de la misma forma. Por último, bañó con chocolate dos galletas que tenían forma de estrella. Colocó cada cosa cuidadosamente en una caja, agregando también dos bombas de chocolate rellenas con cappuccino.

Tweek se preguntó si todo aquello sería suficiente para calmar su mente nerviosa. Pero le faltaba algo. Fue a su cuarto a buscar una crema para moretones que al final nunca usó, por suerte, la puso en una de las esquinas de la caja y fue a casa de los Tucker sin darle importancia a la hora. No quería verlo, así que pensó en darle la caja a Laura antes de que fuera al hospital.

No estaba el auto, pero Tweek lo agradeció de igual forma. Solo le dejaría la caja a quién sea que esté y se iría tranquilamente.

Golpeó la puerta, Tricia le abrió con su cara adormilada luego de algunos minutos.

No te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora