14.

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El frío se colaba a través de la ventana, ya eran las últimas nevadas antes de que la primavera llegue con su tibieza. Las clases habían sido suspendidas para la alegría de Tweek y hubiera deseado no moverse de la cama en todo el día; sentía como su piel cálida rozaba con la tela del pijama dando una sensación satisfactoria para esa hora de la mañana.

Se había comprometido y no podía fallarle a Laura, le había casi suplicado que vaya al hospital a ver a Craig. Su madre le dijo que con suerte él aún seguiría adormilado, que el despertar solía tardar muchos días e incluso semanas hasta volver a tener una mente lúcida como se tendría normalmente.

Si Tweek tenía suerte, quizás Craig ni siquiera podría reconocerlo.

—Está bien que vayas, pero no tienes que presionarte si no quieres. O si quieres irte tan pronto como lo saludaste.

Le repitió su padre una y otra vez mientras iba manejando. No le había gustado la idea de ir a visitar a quién lo había torturado por algún tiempo, pero Laura había insistido lo suficiente y Richard no quería que volviera a llorar después de todo lo que sufrió con el azabache. Tweek le sonrió a su padre antes de despedirse, le aseguró que seguiría su consejo si así lo sentía.

Golpeó la puerta de la habitación que le habían indicado, nadie respondió. Volvió a golpear después de algunos segundos y al final entró sin esperar la voz de Laura. Craig estaba mirando al techo con su típica expresión neutral, solo que ahora su rostro se veía diferente por los golpes y los cortes, no lo miró hasta que estuvo al lado y ya había pasado un largo rato de silencio.

—Hola —pronunció con su voz desgastada.

Para Tweek era normal percibir el desagrado en su voz, así como la molestia y la burla. Pero esta vez sonó como a nada; como si estuviera saludando a otro humano como él y no al "marica" que odiaba.

—Hola, Craig... —pronunció Tweek, sintiéndose increíblemente incómodo.

Se sentó en la silla que estaba al lado de su cama. Fue inevitable recordar todos los sucesos de aquella noche cuando lo tenía adelante, el cuchillo, su tonto intento de acelerar su muerte, la sangre y los vidrios en el piso. ¿Craig lo recordaría todo?

Se mordió el interior del labio con fuerza, Craig podría acusarlo si quisiera. La gente comenzaría verlo con malos ojos y quizás perdería a sus amigos si lo supieran. No era un héroe como todos le habían comenzado a decir por haberle partido la cabeza al hombre que apuñaló a Craig.

—Gracias... —pronunció Craig con mucha dificultad, rompiendo el sepulcral silencio de la habitación. —Si no fuera por ti, quizás yo no...

Los músculos del cuerpo de Tweek se relajaron lentamente, Craig estaba muy mal herido en ese momento; quizás ni siquiera sabía lo que le había ocurrido antes de desmayarse.

—No digas nada, al menos estás vivo —dijo, restándole importancia a la situación. A Craig le incomodaba agradecerle a él, Tweek ni siquiera esperaba escucharlo, incluso no quería que lo dijera. Le era indiferente si vivía o moría, él estaba allí para complacer a Laura que ya había sufrido mucho en aquellos días.

El silencio volvió, Tweek miraba hacía la ventana o el goteo del suero para disimular. Craig, a cambio, enderezó su rostro hacia arriba y lo miraba de reojo de vez en cuando. Tweek nunca hubiera aparecido allí sabiendo que Laura no estaba presente. Se sentía demasiado incómodo como para solo irse de allí.

—Emm, ¿y qué se siente estar en coma por tanto tiempo? —sonrió, intentando romper con la atmósfera.

—¿Estuve en coma? —preguntó.

No te vayasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora