Capítulo dieciocho.

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EL AMOR DUELE

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EL AMOR DUELE

Abril, Manhattan, 2015.

A veces pienso ¿No es irónico que la primera vez que le besé fue con la lluvia de fondo y lo mismo que lo arrebató de mis brazos fue la lluvia? Si no hubiese estado lloviendo, quizás el pavimento no hubiese estado resbaladizo y no habría caído a esa zanja.

Quizás si el carro de la motocicleta hubiese estado en mejores condiciones, él habría ido conmigo en el Jeep abrazándome. Quizás si no hubiésemos salido días antes, no nos habría encontrado la tormenta de improvisto.

Pero nunca lo sabremos, porque eso no fue lo que pasó. Massimo murió, esa es la cruda realidad. El tiempo no cura todo. El tiempo... calma, redondea las esquinas punzantes, empequeñece el dolor, pero no hace que desaparezca.

Hace un mes había comenzado a asistir a la academia de nuevo, hasta entonces, Scott había venido acá para ayudarme con las materias.

Mamá siempre me ayudaba con Libby cada vez que lo necesitaba, pero hoy tenía más trabajo que nunca y yo no tenía con quien dejarla. Cuando llamé para avisarle a Scott que no asistiría no dudó en ofrecerme llevarla. Él se quedaría con ella mientras daba la clase. No sabía como podría resultar, mas no perdía nada intentando.

Me duché rápidamente luego de echarle un vistazo a Liberty y comprobar que seguía durmiendo y respirando. Cuando terminé y estaba vestida, sonreí al revisar que mi pequeña ya estaba despierta.

—Hola, mi niña hermosa —saludé, ella observaba muy concentrada el juguete que colgaba de los barrotes de la cuna —¿Lista para hoy? Nos vamos de paseo.

Levantándola, la acurruqué contra mi pecho mientras iba a por su biberón, de aquí a una hora no volvería a tener hambre y no tendría que alimentarla a mitad de clase. Luego de sacarle los gases y cambiar sus pañales le vestí no demasiado abrigada, puesto que las temperaturas habían empezado a subir.

Tomé el arnés de bebé y me lo amarré al cuerpo, antes de asegurarlo bien y meter a Liberty en él. Mi pequeña quedó dormida y pegada a mi pecho, enganchada por el arnés. Hoy no tenía carro y tocaba caminar hasta las clases.

—Bien, morochita, nos vamos.

🌸

—Tira un poco hacia abajo para ver si está firme —indiqué y Scott agarró el arnés y lo haló hacia el piso, no se movió un solo centímetro.

—Por favor, Scott, ten cuidado.

—Que sí, charlatana. —con cuidado deposité a Libby contra su pecho en el arnés, se removió inquieta hasta que Scott la meció con cuidado y volvió a caer rendida. Descansó ambas manitos y su mejilla contra el pecho de él, mientras que Scott posó su brazo cubriendo su espaldita y trasero para sujetarla mejor. —Ahora ve a sentarte y concéntrate en la clase, tendrás examen de esto.

Un beso con sabor a durazno [Vittale #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora