Capítulo veintinueve.

571 31 14
                                    

PD

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

PD. TE AMO

Agosto, Los Hamptons, 2014.

—¡Nos vamos! —gritó Mattia desde el piso inferior.

Con Massimo bajamos nuestro equipaje, el padre de Roma decidió que sería mejor volver hoy a Manhattan; estaba anunciada una tormenta para el día previsto de volver. Dejamos las maletas en la entrada mientras todos los demás hacían lo mismo; no pasé por alto el hecho de que Noah no miraba a Roma. Es más, me arriesgaría decir que la evitaba y mi amiga parecía romperse un poco cada vez que eso pasaba.

—¿Emocionado por la graduación? —le pregunté a Massimo abrazándolo por la nuca, sus manos se aferraron a mis caderas.

—Claro, me muero por dejar la escuela.

—¿Me invitarás a ir contigo?

—Lo siento, pero le pedí a Cindy —mi gesto de indignación fue tan notorio que Massimo se echó a reír —Claro que iras conmigo, no iría con nadie más. Aunque sacando cuentas, puede que ninguno de los dos pueda ir.

Lo miré confundida cuando se acuclilló con la cara frente a mi vientre.

—Porque para ese entonces, alguien ya habrá nacido y requerirá de atención completa. —sonreí al ver las caras raras que le hacía a mi estómago como si el bebé pudiese verlo —¿Verdad, Liberty? Seras una niña maravillosa ¿no?

—No sabes si será niña —dije entre risas.

—La piccolina de papá. —siguió sin hacerme caso.

—Mhmm —pasé una mano por su cabello hasta que volvió a ponerse de pie 

—Creo que me va a costar algo de trabajo compartirte con otra chica.

Massimo solo rio. —¿Me acompañas a revisar el carro para la motocicleta?

Caminamos de la mano hasta el garage de la casa en donde Massimo había guardado la motocicleta junto al carro. Hacía un calor infernal, extraño considerando la tormenta que se aproximaba, aunque ya estaba acostumbrada al clima cambiante.

Massimo se recostó sobre un skate y rodó bajo el carro de la motocicleta, ruidos metálicos sonaban al tiempo que el comprobaba que todo estuviese en orden.

Cuando volvió a emerger todo su rostro estaba cubierto de sudar al igual que su pecho, y cuando se quitó la camiseta. Madre mía, la sensación ambiental se elevó cincuenta grados.

Me senté en el piso admirando la increíble imagen de mi novio sin camiseta revisando el fuselaje de su motocicleta para luego pasar a comprobar las ruedas del carro. Las venas de sus antebrazos se marcaban fuertemente cada vez que levantaba algo pesado y su torso y rostro brillaba por el sudor.

Se notaba que Massimo se ejercitaba, su cuerpo estaba marcado por varios músculos, los cuales no eran exorbitantes hasta el punto de desagradables, sino que le daban un aspecto masculino de lo más sexy.

Un beso con sabor a durazno [Vittale #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora