Capítulo seis.

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EDUCACIÓN CÍVICA

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EDUCACIÓN CÍVICA

Septiembre, Manhattan, 2014.

Pues claro que era el profesor, si es que mi suerte no podía estar más averiada.

—Eres mi profesor —repetí asintiendo lentamente. —Tenías razón, sí que me sorprendí.

—Ya vez —contestó él con expresión de "Siempre tengo razón" —Te dije que había que tener huevos para llamarme gilipollas.

—Lamento eso.

—Tal vez lo recuerde en tu carta de admisión de la universidad.

—O tal vez no — agregué.

—Junto con que me enseñaste el dedo medio recientemente.

—No sabía quién eras, yo...

—Toma asiento, Caelia. —me interrumpió caminando al amplio escritorio en frente de todos —El aula se llena.

Frustrada y aún más molesta que antes caminé hasta un puesto vacío en medio del salón. Colgué la mochila de la silla y me arrebujé en la pequeña mesa intentando llamar la atención lo menos posible.

—Bueno, clase. Demos la bienvenida Caelia, la rubia de ahí en medio —me apuntó directamente con su mano y como mil ojos se posaron en mi. Me sonrojé furiosamente —Empieza su primer semestre en educación cívica, así que seremos amables. —me dio una sonrisa inocente, ese imbécil estaba disfrutando con todo esto. —Entonces, empezaremos con la ciudadanía en la constitución. ¿Quién me dice algo de eso?

Hubo varias respuestas mientras que yo me dediqué a escribir, ni en la escuela ni aquí hablaría frente a la clase por decisión propia. Nop, no era mi área. Además de que dudaba que pudiese formar un solo pensamiento racional tomando en cuenta que hoy conocería el sexo de mi bebé.

Gracias a Dios únicamente me crecía a la barriga y no era algo excesivo. Se notaba a simple vista, pero con sudaderas grandes ni pista daba del embarazo.

—Exacto —la voz de Scott llegó de un lugar enterrado en mi mente. Supongo que alguien le había contestado —Claro que hay que señalar que la calidad de ciudadanos se vincula con la de nacionalidad, existiendo reglas especiales, de acuerdo al último inciso del artículo 13 transcrito, para los hijos de padre o madre norteamericanos. —Scott se movía con confianza, gesticulaba con las manos y ocupaba todo el espacio del que disponía para expresarse —Porque no, tarados, Estados Unidos no es América, sino Norteamérica. Como sea, norteamericanos nacidos en territorio extranjero y quienes obtienen la nacionalidad estadounidense por gracia, son quienes pueden ejercer sus derechos de ciudadanos si llevan más de un año viviendo en Estados Unidos ¿Claro?

Seguí anotando rápidamente hasta que la hora terminó. El super profesor hablaba como si lo fueran a matar si no decía un total de un trillón de palabras en menos de un minuto. Asi que, con la mano agotada, me puse de pie, guardé mis cosas y salí del aula para mi siguiente clase.

Un beso con sabor a durazno [Vittale #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora