Capítulo veintidos.

528 27 9
                                    

MÁS QUE NADA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

MÁS QUE NADA

Mayo, Manhattan, 2015.

Amar no es tan solo enamorarse. Si alguien no se queda ¿es posible seguir enamorada de él?

Fui la primera en terminar el examen rezando porque mi calificación fuese al menos un siete, con las clases de Scott ese había sido el puntaje más bajo que había obtenido. Levanté la vista para mirar a mi alrededor y me topé con únicamente cabezas gachas, miré a Scott que me estaba observando con una ceja alzada.

Le di una mirada arrogante y él sonrió de lado, antes de que mantuviera sus ojos en los míos por varios segundos y él sonriera completamente, con dientes y todo. Negó con la cabeza aún sonriendo y me hizo un gesto para que me acercara. En silencio, me levanté y caminé hacia él, procurando que nadie nos observara con especial atención.

—¿Saldrás conmigo hoy? —susurró en mi oído mientras guardaba mi examen en el maletín de anciano que siempre llevaba consigo.

—Scott, aquí no —respondí mirando en pánico al resto de alumnos y tranquilizándome cuando todos seguían inmersos en sus exámenes.

—¿Lo harás? —insistió y no pude contener la sonrisa.

—Vale. —acepté sacándole una sonrisa completa. —Pero deja de hablar sobre eso en frente de toda una clase, que te expulsan.

—Venga, que eres tú la que debe pensarme en voz baja, me has mirado tantas veces que todos van a notar que te mueres por mi.

—Pues si es que tú eres el que da la clase —respondí sonrojándome, porque era cierto.

Se acercó riendo a mi oído —Estabas rindiendo un examen, no prestando atención en clases. Ahora ve a sentarte que si me sigues coqueteando si me van a expulsar.

—Yo no te estoy coqueteando —susurré de vuelta.

—Piensa lo que quieras, charlatana.

—Eso es inapropiado viniendo de un profesor.

—Es inapropiado que salgas con tu profesor, pero bueno, así son las cosas.

Le saqué la lengua haciéndole reír mientras volví a mi silla. Me mantuve sentada observándole en una guerra de miradas en la que él también participó, a veces hacía caras extrañas que me hacían reír y otras me regalaba una sonrisa picara que me hacía sonrojar. Duró hasta que uno a uno todos empezaron a entregar sus papeles conforme la hora de clases se acababa y el timbre sonaba.

Esperé a que todos salieran haciendo como que guardaba las cosas en mi mochila lentamente. La puerta se cerró detrás de alguno de los alumnos y solo quedamos Scott y yo en el salón. Dando una mirada por la ventana y procurando que nadie veía, me tomó por la cintura y me acercó a él robándome un beso que yo forcé a terminar sonriendo.

Un beso con sabor a durazno [Vittale #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora