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" La peor decisión que puedes cometer en tu vida, es confiar en unos ojos azules."

Dejo reposar los pinceles en agua para quitar el delantar, noto la pintura con el fondo azul y la grama verde, la cabaña en el fondo que suelta un humo que le llega al cielo y se pierde entre las nubes. Puedo observar el pequeño detalle que puse de la mujer acostada en la verde grama mientras que hay alguien en la ventana que la observa, es ella misma pero dentro de la cabaña.

El deseo de que una parte de ti sea libre mientras la otra se queda encerrada en la oscuridad.

— Señorita Morgan, su padre tiene visita y pidió que le avisaremos que no puede bajar hasta que se le indique.— subo mi mirada notando al guardia en la puerta, suspiro.

— Ire a mi habitación entonces.— digo y el asiente, termino de arreglar el lugar para poder salir de la habitación. El guardia se despide y se va mientras que yo camino por los pasillos largos de la mansión, puedo ver arreglos de flores que solo me hacían sentir fuera de lugar.

Justo cuando llego a la puerta de mi cuarto, puedo escuchar una voz al lado, en el despacho de mi padre.

— Se que las noticias corren rápido señor pero, le aseguro que estoy reuniendo todo el dinero para usted. — la voz de mi padre es de puro miedo, escuchar su voz de miedo me hace sentir con una pequeña satisfacción que hace me adentre a mi cuarto con una gran sonrisa.

Realmente no me importaba si el karma le golpeaba a mi padre, solo esperaba que si le pegara, le pegara fuerte.

Tomo un libro de la repisa para abrirlo y empezarlo a leer, soltando un suspiro satisfactorio puedo por fin adentrarme en la lectura.

Al menos en esta, si puedo ser libre.

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Respiro hondo para dejar el libro sobre su estante, era increíble el poder que libros tienen sobre mi. Me hacen distraer y olvidar, aún cuando el libro es casi idéntico a mi vida.

Me colocó mis zapatos de la casa junto con el abrigo notando que ya es bastante tarde y mi cuerpo aún seguía con el desayuno por no poder bajar. Pensando en los problemas en los que me meteria, simplemente salgo de mi habitación y sigo caminando ignorando el despacho de mi padre.

Era una mansión pero no tan grande así que solo contaba con dos pisos, los primeros eran de invitados los cuales eran más grandes y los de abajo para su despacho y mi habitación, cabe aclarar que las habitaciones de abajo son las que están reforzadas con barrotes y seguridad extra.

— Señorita Morgan...— puedo escuchar como alguien me llama en forma de regaño por lo que me volteó encontrando a los de servicio y guardias en la cocina, todos hacen señas de que corra hasta ellos pero justo cuando estoy por llegar puedo sentir la mirada de más personas.

Volteo mi rostro notando, principalmente a los guardias vestidos de traje negro a diferencia de los que están en la casa. Lo segundo que puedo percibir es la mirada de enojo de parte de mi padre, tanta ira en su mirada me hace saber que estoy en problemas pero son ignorados al ver la mirada azul.

— Morgan...— me llama, mi padre le da una mirada disimulada que solo yo puedo lograr descifrar, estoy más que en problemas.

Hago una pequeña reverencia cuando se hacerca a mi, su mano toma la mía para dejar un pequeño beso que hace a los del servicio quedar con la boca abierta mientras que yo no aparto mi vista de sus ojos.

Unos ojos tan fríos no pueden traer nada más que dolor y desgracia.

— Señor... es un gusto volverlo a ver, espero que tuvieran una platica agradable.— digo, el sonríe de lado.

— Más que agradable, diría... encantadora. — dice, su mirada recorre mi cuerpo de pies a cabeza para chasquear su lengua y volver a verme con la misma diversión de siempre. — Sin embargo, debo seguir con otros proyectos así que debo retirarme. Es un placer verte de nuevo y realmente, espero que el tiempo pase rápido.— su sonrisa se esconde por unos segundos, veo como da la vuelta y se despide de mi padre con una mirada que incluso a mi me hace temblar.

¿Para qué quiere que el tiempo pase rápido?

En cuanto las puertas se cierran dejándolo fuera de la mansión, todos se permiten respirar hondo y soltarlo libremente. A excepción de mi que siento la mirada de mi padre y luego su cercanía.

— Parece que el pajarito pesco un pez grande para papi.— murmura con una sonrisa que solo me hace sentir náuseas, me mantengo firme en mi lugar para ver como toca un mechón de mi cabello para hacerlo aun lado dejando mi cuello a la vista.


— Por qué estaba aquí?— preguntó, su mirada recae en mis ojos para dejar de jugar con el mechón y alejarse.

— Me dejo a cargo de un trabajo que por error, salió mal y quería que le pagara el doble por dañar su proyecto pero creo que ya tengo forma de salvar mi pellejo.— dice para, de igual forma voltearse y darme la espalda.

Lo veo subir las escaleras para ir a su cuarto mientras que yo me quedo en mi lugar, respiro hondo para seguir mi camino a la cocina y esperar a que terminen de preparar la comida.

En cuanto la terminan, me permito comer sin problema alguno sin importar como algunos me miran con tristeza.

No importa que tanto intenten evitarlo o disimularlo.

Esta visita, esos comentarios y esas miradas me hacen entender que....

Nada terminara bien para mi.





Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora