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" Lo peor de todo, es que de los reyes nadie se escapa."


En mi mundo, existen varios tipos de poderes. Estos se deben a tu capacidad de hacer dinero, cerrar tratos o que tan fuertes son tus metodos. 

Existen los asesinos, son personas que toman un rey y le sirven para cumplir con cualquier orden de asesinar a alguien. 

Existen los duques, son personas que no son como los demas, se encargan de cuidar las mercancias, drogas, armas e incluso, mujeres de los reyes para que nadie jamas los pueda encontrar. Son personas que son capaces de ensuciarse las manos solo con tal de que el rey no sea descubierto. 

Luego, estan las Damas en Esperas. Son mujeres, mayormente hijas de Duques que son entrenadas para convertirse en Señoras o en amantes, en cuanto consiguen un hombre, este toma a la mujer teniendo que pagarle una exacta cantidad sin falla al Duque. 

Mi padre es un Duque y yo, una dama en espera. 

Desde que tengo memoria se me entreno para ser todo lo que los reyes quieren, una ama de casa, una repostera, una modelo ideal que sabe cuando callar y cuando debe irse de la habitacion. 

Aun asi, tambien fui criada por otras personas que me ayudaron a descubrir mas talentos que me hacen ser, la dama en espera mas famosa y deseada por tdos los hombres. 

A pesar de ser una dama en espera y toparme con muchos hombres, jamas en mi vida me tope un rey. 

- Eres un rey.- murmuro, el me mira con arrogancia mientras le da un sorbo a su copa que recien llenaron. 

- No me gusta autonombrarme rey pero si tu lo dices, te dejare subir mi ego. - ante sus palabras, no me queda de otra mas que ponerme derecha y arreglar mi postura en un acto de respeto. 

Los reyes son la cabeza de todas las operacios, jamas arrestan a un rey por que incluso ellos estan controlando al gobierno.

Yo, golpie a un rey.

— De haberme dicho que eras un rey, no te hubiera golpeado antes.— digo para murmurar una disculpa, el solo ríe.

— Me resultó encantador verte desafiar a tu padre y salir corriendo, eso sí, el golpe que me diste me dejó en blanco por unos segundos.— hago una mueca.

Morgan, Morgan, solo puedes meterte en problemas verdad?

— Por qué me quieres? Un rey puede tener todo, todo. Lo  que desee.— digo, el me mira con una sonrisa que en ninguno momento, da buena señal.

— Tengo mujeres que satisfacen mis necesidades pero, siempre hay una que necesita estar a cargo de todo. A pesar de buscar una, mi madre no acepta ninguna, mis amantes no dejan de molestar a las mujeres que si pasan las pruebas de mi madre y realmente, necesito a una mujer a mi lado.— dejo de comer la uva cuando siento su mirada escanearme.

— Ah, crees que yo si la voy a pasar?— pregunto para verlo asentir.

— No creo, estoy seguro. Aun en tus peores psicosis, tienes tus modales, de lo que no creo que sobrevivas, es de mis amantes.— alzo una ceja, sin poder evitarlo me río

— Ya pero, qué te hace creer que voy a aceptar tu invitación a ser tu, mujer.— el solo hecho de decir eso, causa un sin fin de emociones que logro controlar con una expresión seria.

— Puedo ayudarte a no volver a estar con tu padre, no te haré volver a una mansión de juego y ningún hombre, jamás te pondrá una mano.— sus palabras  calman mi ansiedad pero yo solo me burlo de él.

— Tienes los papeles de que me compraste, no importa a donde vaya, tienes todo tu poder sobre mi. Puedes dejar tu actuación de hombre preocupado y decirme que es, lo que realmente quieres.— espeto con seguridad, el solo sonríe hasta que un guardia va a su lado murmurando algo.

Sus ojos vuelven a recaer en mi, pero esta vez. Sin fingir preocupación o otro tipo de cosa.

— No quiero hacerlo por las malas, menos por que notoriamente siento pena por ti. Pero, no hagas que la pena que siento por ti se vuelva en ira, por que sin duda alguna. Usare tus papeles en tu contra y no te gustara nada, de lo que puedo llegar a hacerte.— ante su comentario, solo me queda sacar la uva de mi boca llena de saliva y dejarla en su plato, su rostro sigue serio al igual que el mío.

En cuanto el avión aterriza, el me toma de la mano jalandome hasta la camioneta. Me quejo por su fuerza extra pero el lo ignora  dejando por fin ver su verdadera actitud egoísta, arrogante y fascinada por humillar, tropiezo con mis propios pies sintiendo como su agarre se suelta haciendo que quede en el suelo.

Un dolor en mi pecho crece pero solo por caer con fuerza sobre mis pechos, con total cuidado me vuelvo a levantar para ver como mete sus manos en sus bolsillos señalado la puerta abierta de la camioneta para que entre, puedo sentir algo bajar por mi rodilla pero solo lo dejo pasar para poder mirarlo.

Todos los guardias nos miran con una sonrisa, un sentimiento de humillación crece en mi pecho haciendo que entre a la camioneta sin reprochar ni nada

Después de todo, así son los reyes.

Sus corazones son tan oscuro, como el mismo infierno.

Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora