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" El Diablo tenía un corazón, uno oscuro, uno que latía. "


— Tengo miedo.— la mano de Alexander toma la mía, sus dedos se entrelazan con los míos intentando obligarme a pizar el último escalón mientras que yo intentaba jalarlo hacia atrás conmigo, al ser inútil solo me queda subirlo y quedar a su altura. Me aferro a su agarré sintiendo su mano en mi cintura, yo solo me escondo en su brazo.

— Te dije que te preparas en el camino, cuando mi madre dice que hará una fiesta pequeña. Es invitar a todas sus amigas y a los esposos de sus amigas.— suelto un bufido para tirarle mi bolso en su abdomen, mi guardaespaldas me mira con una sonrisa pequeña mientras que el suyo solo toma mi bolso al Alexander entregarselo.

Respiro hondo, mis manos viajan a mi vestido el cual arreglo de cualquier aruga, muevo mi cabello hacia atrás para tomar el espejo de mi rostro y notar que mi maquillaje este bien. La mirada de Alexander no se aparta de mi, menos cuando por error tropiezo y casi caigo.

Puedo ver una sonrisa en su rostro que se borra cuando la puerta es abierta, el entra seguido de mi y los guardias. Las miradas llegan a mi y Alexander, el toma mi mano en un agarre suave y elegante.

— Quienes son todos ellos?— pregunto, el toma una copa dejandola en mis manos para luego tomar una de otro licor que no reconozco ni por el fuerte olor.

— Algunos son amigos, otros conocidos y los demás solo miran si eres mi punto débil para poder matarte.— dice, yo solo me quedo quieta en mi lugar.

Es qué, acaso todos me quieren muerta?

Alexander me lleva hasta donde su madre, antes de llegar me hace beber toda la copa y luego dejarla en otro lado. Me hace soltar un suspiro en el que termina dándome una menta para disminuir el olor del vino, la escupo con cuidado una vez la menta hace su efecto.

— No te dejes engañar por las sonrisas, querida esposa... son dulces y agradables pero no dudarán en usar todo lo que digas en tu contra.— murmura para dejarme, su madre me saluda con cariño.

Un cariño que a pesar de ser falso, calma cada parte de mi.

Justo como me advirtió Alexander, las mujeres en ese lugar me hacen preguntas sobre Alexander, preguntas que respondo con otras preguntas sin que se den cuenta, en otras solo me queda mentir.

— Y como es Alexander? Ya se aman? Recuerdo que tu y el padre de Alexander antes se odiaban, luego con el tiempo ambos se conocieron y lograron hacer a Alexander.— la madre de Alexander me mira, yo solo bebo de mi te.

Mi mirada viaja hacia Alexander en el fondo, hablaba con algunos hombres hasta que su mirada cae en mi. A pesar de estar lejos, su mirada me da un sentimiento de consuelo.

— Es difícil... ambos tenemos nuestras formas de ser y no nos conocemos pero, creo que algo lindo puede salir de todo esto, un romance, una amistad o una eterna lealtad.— mencionó dando una sonrisa un poco triste pero con tranquilidad, ellas me miran con cariño al igual que la madre de Alexander que me guiña un ojo.

Yo solo suspiró hondo.

Lo más mínimo que puede pasar es una amistad y eso, si no me matan antes por su culpa.

▪︎               ▪︎                ▪︎

Un bostezo sale de mi boca en cuanto todas las personas salen de la casa de la señora Ivanoov, ella nos mira diciendo que vuelve en unos segundos. Yo solo aprovecho para levantarme y mover mis piernas, estiro mis manos y trueno mi espalda mientras Alexander bebé de su copa.

— Muero de hambre.— digo con una mueca, el me mira pasando su plato de fruta que su madre le había dado. Sin vergüenza alguna la tomó, tomo asiento a su lado dejando mis tacones aun lado.

— Lo hiciste bien hoy — habla, yo solo termino de pelar la mandarina para meter un trozo a mi boca.

— Tu igual, eres todo un rey. Siempre creí que ustedes no iban a fiestas y que se mantenían en sus mansiones pero creo que no es tu caso.— digo, el sonríe para robarme un canto de fruta.

— Es posible que vieras a algunos reyes, les gusta ignorar el peligro y andar por ahí como alguien normal.— dice, ambos miramos al frente perdiendonos entre nuestros pensamientos.

El silencio es cómodo, el está estirado al igual que yo mientras ambos comemos fruta sin ninguna expresión en nuestro rostro, eso hasta que me volteó y quedo literalmente en su pecho.

— Seremos amigos? — pregunto, el me mira con detenimiento, asiente suavemente y yo me alejo de el para notar a la señora Ivanoov viéndonos.

Ella trae un libro con ella, en cuanto llega me lo entrega. Bajo su mirada, lo abro quedando sorprendida por la letra.

Era una elegante, las páginas eran un poco amarillas lo que me hacía pensar que era viejo, sigo leyendo notando como hablan de la mafia de Alexander y de cómo todos los reyes de esa mafia se han casado el mismo día, mes y año.

Eso literalmente era en unos días.

— Perdone mi pregunta pero, qué me quiere decir? — pregunto, ella mira a Alexander y luego a mi. Toma asiento al frente nuestro para carraspear

— Tu pregunta es obvia, ya planee la boda, será en unos días. — responde, el rostro de Alexander cambia un poco mientras que el mío sigue igual. La sorpresa no desaparece aún cuando ella anuncia que mañana estará en la mansión esperando a que hagan las pruebas de maquillaje y ropa.

En cuanto dice eso, nos saca a Alexander y a mi de su casa diciendo que no dormiré nada. El toma mi mano al bajar las escaleras con fuerza, lo miro con molestia para soltar su mano y seguir mi camino sin su ayuda.

Camino hasta la camioneta en la que me subo y quedo mirando la ventana para no tener que ver ni hablar con Alexander. El hace lo mismo en todo el camino por lo que simplemente veo la nieve en el suelo.

Este no era mi plan...

Yo solo quería ser, libre.


Casada con el Diablo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora